Deforia Lane, directora de musicoterapia en el hospital Universitario de Cleveland (Ohio)
IMA SANCHÍS - 14/07/2008
"Para mí - decía Robert Schumann-, la música sigue siendo el lenguaje que me permite comunicarme con el más allá". Deforia Lane ha dedicado su vida a estudiar el poder transformador de la música. Es una de las mayores expertas en musicoterapia, disciplina en la que investiga y cuyos conocimientos aplica en tres centros estratégicos, uno de ellos especializado en cáncer y otro, en recién nacidos y niños. Canta a los enfermos, compone con ellos música
Tengo 60 años. Nací en Ohio. Estoy casada con un hombre maravilloso y tenemos dos hijos, de 26 y 36 años. Dirijo el departamento de musicoterapia en el Ireland Cancer Centre y el Rainbow Babies & Children´s Hospital. Obama representa una esperanza. Soy cristiana
¿Desde cuándo sabe que la música cura?
A los 5 años percibí claramente la magia y la influencia de la música sobre las personas.
¿Cómo?
Mi madre era muy modesta, pero cuando tocaba el piano se convertía en una gran persona. Mi padre no pudo estudiar, pero cuando cantaba era como un rey. Empleo la música y mi voz para ayudar a los enfermos en un gran hospital.
¿Y qué les canta?
Las investigaciones demuestran que si un enfermo escucha la música que le gusta, mejora su estado general. Así que yo les pregunto qué tipo de música les gusta, y si me dicen que ópera, pues les canto ópera.
¿A los pies de la cama del hospital?
Sí, y en los miles de casos que trato en el hospital desde 1976, todos documentados, queda claro que mejoran y necesitan menor cantidad de medicación. Mi repertorio, debido al gran abanico de edades que trato, ha de ser muy amplio.
¿A qué tipo de pacientes se enfrenta?
Muchos niños con discapacidades tanto mentales como físicas, síndrome de Asperger, bebés prematuros, niños y adultos con desordenes psiquiátricos, enfermos terminales y moribundos.
¿Les acompaña en el paso de la vida a la muerte?
Sí, y es una experiencia maravillosa, un momento mágico en el que se manifiesta un respeto muy profundo por la vida. Escuchando las cosas que son importantes para esas personas en tránsito, aprendo a vivir mejor.
¿Qué le dicen?
Que pase más tiempo con personas que con cosas. Más tiempo amando a mi pareja, cuidando de mis hijos, compartiendo con mis amigos, que trabajando. Me insisten en que deje las preocupaciones de mañana a un lado, me advierten que el miedo a no tener es una gran trampa. Todos descubren, en esas circunstancias, la felicidad y el poder del momento presente. Y también me insisten en que ya es hora de que me vaya a casa.
Ya.
A menudo siento que mi sabiduría es insuficiente para tratar con los enfermos; entonces ellos me dicen que pueden percibir las intenciones de mi corazón y que eso es lo esencial. Hay una frase que no estoy segura de que usted quiera escuchar...
Sí quiero, sí.
Los creyentes dicen que la esencia de mi poder está más allá de mí. Conecto con ellos de una manera muy profunda. ¿Nunca le ha ocurrido estar con alguien y no necesitar decir nada para entenderlo todo?... En ese mutuo entendimiento profundo que roza la comprensión del todo, la música es un canal poderoso.
También tratará ateos y gente que teme a la muerte. ¿Cuáles son sus experiencias?
Todas son hermosas. Yo escribo con los pacientes canciones en las que explican sus sentimientos, sus miedos. Y cuando hay que dar a los familiares malas noticias, los convoco alrededor de la cama y cantamos.
¿Todos juntos?
Sí, el paciente, los familiares, las enfermeras, los médicos y yo; a todos les pido que canten conmigo o toquen un instrumento.
El médico debe de quedarse a cuadros.
Algo sorprendido al principio, hasta que ve los resultados. Y en la mesa de operaciones también pregunto al paciente qué le gustaría escuchar, y junto con las enfermeras y los médicos le interpretamos esa música antes de que se duerma y cuando se despierta. Mientras le operan, le pongo auriculares.
Es usted increíble.
Hay estudios que miden las variaciones cerebrales de pacientes sedados que escuchan la música que les gusta. Necesitan menos anestesia.
¿Qué historia le ha emocionado?
Un hombre que sufría parkinson, con dificultades para hablar y que podía estar de pie pero no caminar. Utilizamos una canción muy rítmica de los años 40 que a él le encantaba y la técnica melodía entonación terapia,y conseguimos que hablara y caminara.
De nuevo increíble.
Personas con afasia, gente que debido a un accidente cerebral no consigue articular palabra, consiguen recuperarse cantando. Es una técnica conocida.
¿En qué otros casos es útil la terapia de la música?
En embarazos de riesgo, en bebés prematuros, niños que tienen a su madre en el hospital, familiares de enfermos crónicos y terminales, y es muy importante en el colectivo médico. Hemos empezamos a enseñar musicoterapia a los médicos residentes para combatir el estrés. El resultado les sorprende tanto, que todos acaban aplicando la musicoterapia a sus pacientes.
¿Qué otros estudios han realizado?
Grabamos CD para los niños prematuros con canciones de cuna cantadas por sus madres y con su ritmo cardiaco, y esos niños salen antes de las incubadoras. Yo misma, cuando me diagnosticaron dos cánceres, creé un programa, Sing sister sing,escribí canciones que hablaban de mis temores y mis momentos de mayor felicidad.
¿Y?
Me ayudó tanto, que creé un programa sobre mi propia experiencia dirigido a ese porcentaje de mujeres con cáncer y sin recursos que no quieren someterse a tratamiento. Conseguí que se sometieran y con éxito.
A los 5 años percibí claramente la magia y la influencia de la música sobre las personas.
¿Cómo?
Mi madre era muy modesta, pero cuando tocaba el piano se convertía en una gran persona. Mi padre no pudo estudiar, pero cuando cantaba era como un rey. Empleo la música y mi voz para ayudar a los enfermos en un gran hospital.
¿Y qué les canta?
Las investigaciones demuestran que si un enfermo escucha la música que le gusta, mejora su estado general. Así que yo les pregunto qué tipo de música les gusta, y si me dicen que ópera, pues les canto ópera.
¿A los pies de la cama del hospital?
Sí, y en los miles de casos que trato en el hospital desde 1976, todos documentados, queda claro que mejoran y necesitan menor cantidad de medicación. Mi repertorio, debido al gran abanico de edades que trato, ha de ser muy amplio.
¿A qué tipo de pacientes se enfrenta?
Muchos niños con discapacidades tanto mentales como físicas, síndrome de Asperger, bebés prematuros, niños y adultos con desordenes psiquiátricos, enfermos terminales y moribundos.
¿Les acompaña en el paso de la vida a la muerte?
Sí, y es una experiencia maravillosa, un momento mágico en el que se manifiesta un respeto muy profundo por la vida. Escuchando las cosas que son importantes para esas personas en tránsito, aprendo a vivir mejor.
¿Qué le dicen?
Que pase más tiempo con personas que con cosas. Más tiempo amando a mi pareja, cuidando de mis hijos, compartiendo con mis amigos, que trabajando. Me insisten en que deje las preocupaciones de mañana a un lado, me advierten que el miedo a no tener es una gran trampa. Todos descubren, en esas circunstancias, la felicidad y el poder del momento presente. Y también me insisten en que ya es hora de que me vaya a casa.
Ya.
A menudo siento que mi sabiduría es insuficiente para tratar con los enfermos; entonces ellos me dicen que pueden percibir las intenciones de mi corazón y que eso es lo esencial. Hay una frase que no estoy segura de que usted quiera escuchar...
Sí quiero, sí.
Los creyentes dicen que la esencia de mi poder está más allá de mí. Conecto con ellos de una manera muy profunda. ¿Nunca le ha ocurrido estar con alguien y no necesitar decir nada para entenderlo todo?... En ese mutuo entendimiento profundo que roza la comprensión del todo, la música es un canal poderoso.
También tratará ateos y gente que teme a la muerte. ¿Cuáles son sus experiencias?
Todas son hermosas. Yo escribo con los pacientes canciones en las que explican sus sentimientos, sus miedos. Y cuando hay que dar a los familiares malas noticias, los convoco alrededor de la cama y cantamos.
¿Todos juntos?
Sí, el paciente, los familiares, las enfermeras, los médicos y yo; a todos les pido que canten conmigo o toquen un instrumento.
El médico debe de quedarse a cuadros.
Algo sorprendido al principio, hasta que ve los resultados. Y en la mesa de operaciones también pregunto al paciente qué le gustaría escuchar, y junto con las enfermeras y los médicos le interpretamos esa música antes de que se duerma y cuando se despierta. Mientras le operan, le pongo auriculares.
Es usted increíble.
Hay estudios que miden las variaciones cerebrales de pacientes sedados que escuchan la música que les gusta. Necesitan menos anestesia.
¿Qué historia le ha emocionado?
Un hombre que sufría parkinson, con dificultades para hablar y que podía estar de pie pero no caminar. Utilizamos una canción muy rítmica de los años 40 que a él le encantaba y la técnica melodía entonación terapia,y conseguimos que hablara y caminara.
De nuevo increíble.
Personas con afasia, gente que debido a un accidente cerebral no consigue articular palabra, consiguen recuperarse cantando. Es una técnica conocida.
¿En qué otros casos es útil la terapia de la música?
En embarazos de riesgo, en bebés prematuros, niños que tienen a su madre en el hospital, familiares de enfermos crónicos y terminales, y es muy importante en el colectivo médico. Hemos empezamos a enseñar musicoterapia a los médicos residentes para combatir el estrés. El resultado les sorprende tanto, que todos acaban aplicando la musicoterapia a sus pacientes.
¿Qué otros estudios han realizado?
Grabamos CD para los niños prematuros con canciones de cuna cantadas por sus madres y con su ritmo cardiaco, y esos niños salen antes de las incubadoras. Yo misma, cuando me diagnosticaron dos cánceres, creé un programa, Sing sister sing,escribí canciones que hablaban de mis temores y mis momentos de mayor felicidad.
¿Y?
Me ayudó tanto, que creé un programa sobre mi propia experiencia dirigido a ese porcentaje de mujeres con cáncer y sin recursos que no quieren someterse a tratamiento. Conseguí que se sometieran y con éxito.
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