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26 de mayo de 2014

Una «paradoja» espiritual - Shakti Gawain

A veces, quienes han estudiado la filosofía oriental o han emprendido un camino de desarrollo consciente no acaban de decidirse a emplear la visualización creativa cuando oyen hablar de ella por primera vez. Se plantean el problema de la aparente paradoja entre la idea de «estar aquí y ahora», prescindiendo de ataduras y deseos, y la idea de marcarse objetivos y crear lo que deseamos en la vida. Se trata, como digo, de una paradoja aparente. 

Porque, de hecho, no hay ninguna contradicción entre las dos enseñanzas si se entienden a un nivel más profundo 
Son dos principios importantes que deben ser prendidos y vividos si se quiere llegar a ser una persona verdaderamente consciente. 
Para explicar cómo se complementan, permítanme hacerles partícipes de mi punto de vista con respecto al proceso de desarrollo interior: 
En nuestra cultura, la mayoría de la gente se ha visto privada de la conciencia de quiénes son en realidad. Han perdido temporalmente su conexión con lo más elevado de sí, y por lo tanto, han perdido el poder y la responsabilidad respecto a sus propias vidas. En cierta medida, albergan en su interior un sentimiento de indefensión. Se sienten básicamente impotentes para introducir un cambio real en sus vidas o en su entorno. Este sentimiento interiorizado de indefensión provoca una lucha y un forcejeo desproporcionados para conseguir tan sólo un poco de poder o control en su propio mundo. 
De ahí que la gente se oriente mucho hacia el logro de objetivos. Se sienten emocionalmente atados a cosas y personas que consideran imprescindibles para ser más felices. Notan que en su interior «falta algo», y se convierten en personas tensas, ansiosas, estresadas, que continuamente tratan de llenar el vacío intentando manipular el mundo exterior para conseguir lo que quieren. 
Éste es el estado de ánimo a partir del cual la mayoría de las personas se fija objetivos y trata de crear lo que quiere en la vida. Desgraciadamente, partir de este nivel de conciencia no conduce a nada, porque se pone usted tantos obstáculos que no puede superarlos; y si los vence y logra sus objetivos es sólo para acabar descubriendo que no le aportan ninguna felicidad interior. 
Cuando advertimos este dilema es cuando empezamos a abrirnos hacia un camino verdaderamente espiritual. Nos damos cuenta, sencillamente, de que tiene que haber algo más en la vida, y comenzamos a buscarlo. 
A lo largo de nuestra búsqueda podemos pasar por fases y experiencias muy diversas, pero acabamos por ir recuperando nuestra propia personalidad. Es decir, volvemos a nuestro verdadero ser, a la naturaleza divina o a la mente universal que existe en todos nosotros. Gracias a esta experiencia acabamos recobrando todo nuestro poder espiritual, y nuestro vacío interior se llena desde dentro. 
Volvamos ahora a nuestra supuesta paradoja. 
Cuando sale uno del estado de vacío, de preocupación y de manipulación, la primera y más importante lección que se aprende es la de dejar que las cosas sigan su curso. Debe usted relajarse, dejar de forcejear, de esforzarse tanto, dejar de manipular las cosas y las personas para conseguir lo que quiere y necesita. En realidad se trata de dejar de hacer tanto y dedicarse simplemente a ser, al menos por un tiempo. 
Si lo hace, descubrirá de pronto que se encuentra estupendamente, porque, de hecho, nos sentimos maravillosamente siendo como somos y dejando que el mundo sea, sin tratar de modificarlo. Ésta es la experiencia básica del principio de estar aquí y ahora, y a esto es a lo que se refiere la filosofía budista con la expresión «librarse de ataduras», que en cierto modo se asemeja al concepto cristiano resumido en la frase: «hágase la voluntad de Dios». Es una experiencia muy liberadora y una de las más importantes para seguir un camino de toma de conciencia respecto a uno mismo. 
En cuanto empiece a experimentarlas con cierta frecuencia, abrirá un canal a lo más elevado de sí mismo y, tarde o temprano, gran cantidad de energía creativa natural empezará a fluir a través de usted. Comenzará a ver que es usted mismo quien ya está creando toda su vida y todo lo que le sucede, y se interesará por crear experiencias más gratificantes para sí mismo y para los demás. Empezará a querer centrar su energía hacia objetivos más elevados y de mayor plenitud que le parezcan realizables en cada momento. Advertirá que la vida es básicamente buena, pródiga y alegre, y que lograr lo que quiere sin tensiones ni luchas es parte de un derecho innato derivado del simple hecho de vivir. A partir de este momento es cuando la visualización creativa se convierte en un instrumento de importancia capital. 

Hay una metáfora que lo expresa, creo yo, todavía con mayor claridad: 
Imaginemos que la vida es un río. 
La mayoría de la gente se ajena a la orilla, temerosa 
de soltarse y arriesgarse a ser arrastrada por la corriente. 
En un determinado momento, todos debemos estar 
dispuestos a soltarnos, confiando en que el río nos lleve 
sanos y salvos. Si es así, es porque hemos aprendido a 
«dejarnos llevar por la corriente», y esa sensación es maravillosa. 
En cuanto nos acostumbramos al fluir de la corriente, 
podemos mirar hacía delante y marcarnos nuestro propio 
curso, sorteando los obstáculos, adentrándonos por 
los canales y brazos del río que prefiramos, sin por ello 
dejar de «ir con la corriente». 

Esta analogía muestra hasta qué punto podemos disfrutar de nuestro aquí y ahora, siguiendo el curso de lo que es, a la vez que nos orientamos conscientemente hacia nuestros objetivos y nos responsabilizamos de nuestras propias vidas. 

Recuerde, además, que la visualización creativa es un instrumento que puede ser empleado para cualquier propósito, incluso el del propio desarrollo consciente. Con frecuencia, la visualización creativa es muy útil para hacer de nosotros personas más relajadas, más abiertas, personas que vivimos en el aquí y el ahora sin perder nunca el contacto con nuestra esencia interior. 

Benditos seáis con todo lo que desea vuestro corazón.

27 de noviembre de 2010

Ejercicio de Perdón y Liberación - Shakti Gawain



Anote en un trozo de papel el nombre de todos los que considere que, a lo largo de su vida, le han tratado mal, le han herido, perjudicado, o hacia quienes sienta o haya albergado resentimiento, cólera o rencor. Al lado del nombre de cada persona escriba lo que le hicieron, o el motivo de su resentimiento.
Luego, cierre los ojos, relájese y vaya imaginando y visualizando una a una a todas estas personas. Hable un poco con ellas y explíqueles que en el pasado sintió ira o rencor hacía ellas, pero que ahora está haciendo todo lo posible por perdonarles todo y por disolver y liberar toda la energía bloqueada que haya entre ustedes. Bendígales y dígales: «Os perdono y os libero. Seguid vuestro camino y sed felices». Cuando haya terminado, escriba: «Ahora os perdono y libero a todos» y tire el papel como un acto simbólico para expresar su liberación de estas experiencias del pasado.
Son muchas las personas que ven en este proceso de liberación y perdón algo milagroso que les libera inmediatamente de viejas cargas y del resentimiento y la hostilidad acumulados. Lo más maravilloso es que las personas a que usted se refiere, aunque nunca vuelva a verlas, captarán su perdón en un plano psíquico, lo que contribuirá también a la clarificación de sus propias vidas.
Puede suceder que la primera vez que haga este ejercicio no experimente ningún alivio o liberación con respecto a algunas personas (especialmente si se trata de sus padres, su cónyuge o cualquier otra persona muy importante en su vida). En caso de que albergue una fuerte carga emocional o sentimientos profundamente arraigados en relación con esas personas, quizá le convenga hablar con un terapeuta o un consejero, o bien hallar un entorno seguro en que poder expresar abiertamente la ira y el dolor que siente. No debemos forzarnos a nosotros mismos a perdonar hasta tanto no hayamos aceptado y expresado nuestros sentimientos hacia esas personas. Una vez que lo hayamos hecho, lo normal es que el perdón surja de un modo natural. Siga practicando este ejercicio de vez en cuando, continúe bendiciéndoles y perdonándolas tanto como le permita su corazón y verá como su resentimiento acaba disipándose. Y recuerde que lo hace en su propio beneficio, en pos de su salud y de su felicidad.
Muchas personas han visto milagrosamente curados sus problemas físicos tras seguir este método. Esto ocurre porque muchas afecciones físicas como el cáncer y la artritis están directamente relacionadas con la acumulación de la cólera y el resentimiento.
Anote ahora el nombre de todo aquel a quien, a lo largo de su vida, haya podido herir o perjudicar y escriba también qué fue concretamente lo que le hizo. Vuelva a cerrar los ojos, relájese y vaya imaginando a cada una de esas personas. Hábleles de lo que les hizo y pídales que le perdonen y le bendigan. Luego, imagínelos haciendo lo que les pide.
Cuando crea haber terminado con este proceso, escriba al , pie de la página o encima de todo lo escrito: «Me perdono y me absuelvo de toda culpabilidad aquí y ahora, y para v siempre». Después rompa el papel y tírelo.

http://www.shaktigawain.com/

6 de abril de 2008

Seguir la Corriente - Vizualizacion Creativa de Shakti Gawain


El único medio eficaz para emplear la visualización creativa se encuentra en el principio básico del Tao: "seguir la corriente". Esto significa que usted no tiene que esforzarse por llegar hasta donde quiera llegar. Simplemente debe exponer con claridad al universo hasta dónde le gustaría llegar, y luego, paciente y armoniosamente, seguir la corriente del río de la vida hasta que le conduzca a su destino. A veces, el río de la vida puede seguir un sinuoso curso hacia su objetivo. En ocasiones, puede incluso parecer que va en una dirección totalmente contraria, y ser, sin embargo, a la larga, un camino mucho mas fácil y armonioso que la lucha y la porfía.
Ir con la corriente significa perseverar en los propios objetivos, pero de un modo flexible (por más importantes
que puedan parecemos) y estar dispuestos a modificarlos si se presenta algo más apropiado o satisfactorio. Se trata del equilibrio entre el mantenimiento de un proyecto claro y el goce de todo lo hermoso que podamos encontrar en el camino, e incluso esa disposición a modificar nuestro proyecto si la vida nos lleva en otra dirección.
En definitiva, supone ser firmes y flexibles a partes iguales.