8 de junio de 2011

"La estrategia de los indignados es respetable, pero tiene bastantes defectos" Joaquín Lorente



El publicista acaba de publicar el libro 'Tú puedes' con el que da nuevas ideas para potenciar el talento y hace una mirada crítica hacia el futuro

ALBERT DOMÈNECH - la VANGUARDIA

Es un apasionado de todo lo que hace. Lo explica con energía, lo argumenta con fuerza, y quizás porque esta entrevista es a primera hora de la mañana está más activo que nunca. Le gusta despertarse pronto y dar rienda suelta a su cerebro, y ya saben, uno ya viene mentalmente regado. Joaquín Lorente ha sido uno de los mejores publicistas del mundo. Y lo sigue siendo, sin duda. Cada respuesta encierra una reflexión directa o un titular que no lo acabará siendo, porque en esta oficina mando yo, y sólo puedo escoger uno. Acaba de publicar el libro Tú puedes, un título que no encierra ninguna incongruencia con su contenido. El publicista sigue desgranando principios para potenciar el talento, con prácticas visiones aplicables al instante. En el libro también habla del futuro que nos espera, y lo hace, como no podía ser de otra forma, con unas ideas rompedoras que hoy comparte con nosotros. Gustarán o no, pero queda claro que Lorente es de los que se moja. Y eso que hoy no llueve.

-Qué le pasa por la cabeza cuando escucha a alguien que dice aquello de “es que no lo puedo hacer” o “yo no soy capaz de…”
-Pienso que habla muy poco consigo mismo, que no ha entrado en un proceso de conocerse a sí mismo, porque lo más determinante que tenemos es nuestro cerebro y lo utilizamos sólo un 10%. Es algo que no hemos practicado. Entiendo que alguien pueda decir “es que yo no tengo capacidad para hacer deporte, o no tengo dotes naturales para cantar o pintar”. Pero el cerebro no es que sea poliédrico, es de una geometría infinita, y seguro que puedes entrar en él por algún sitio.

-El sistema educativo te enseña a responder muchas preguntas, pero no a formularlas. ¿Qué tiene que cambiar?
-El sistema educativo parte de principios del siglo XIX, lo que pasa es que lo hace con muchos coloritos. El sistema educativo lo único que busca es la aptitud, con “p”. Pero en cuando sales a la pista de carreras de la vida lo que prima absolutamente, como mínimo en más de un 51%, es la actitud. En uno de los principios del libro expongo “cuándo habrá catedráticos de pasión”. Creo que la universidad tendría que aterrizar más en la vida real, y la vida real, en el 95% de las materias, presenta la actitud por encima de la aptitud. Tenemos muchas asignaturas pendientes para ponernos al día, muchas. Y cada vez son más ofensivas, graves o indignantes, porque nunca en la historia de la humanidad había existido tal cantidad de stock de conocimiento acumulado en nuevas generaciones. Este conocimiento y estas libertades reclaman unas evoluciones muy rápidas. Estamos desaprovechando mucho la frescura del intelecto, y hay muchos maestros que están de acuerdo con esta idea.

-Una de las novedades que introduce en su libro, respecto al anterior Piensa, es gratis, es que incluye unos test para que los lectores se hagan preguntas y escriban las respuestas. ¿Esta es la mejor manera de regar nuestro cerebro para que no se seque?
-Alimentamos el cerebro a través de dos vías. Una es la observación, y la otra es el ejemplo. Pero una vez hemos absorbido, lo que realmente lo mueve todo es hacernos preguntas a nosotros mismos. Al cerebro se le tienen que hacer preguntas, piensa que hay mucha gente que trata de influenciarte, que quiere que le compres sus cosas, porque significa su poder. Preguntarse es definitivo, y he optado por este sistema porque creo que es un libro que puede hacerte trabajar, no sólo es para leer. Alguien me decía el otro día que este libro es un despertador para el cerebro. Y es así.

-¿Cree que siempre es necesario ponernos objetivos? Le hablo en general, en el trabajo, en la vida…
-En el libro anterior ya decía que los microchips son compatibles con las gambas. Hay tiempo para todo y disfrutar de la vida y el ocio es fundamental. Pero el día es muy largo, y los años también. Una vida que solo esté dedicada al ocio, acaba pasando factura, porque produce unas grietas importantes al cerebro, y al bolsillo casi siempre. Yo entiendo la vida como un ejercicio de sentir e ilusionarse, y otro de raciocinio. El día que se conozca el cerebro a la perfección, la ciencia ya podrá cerrar. Significará entenderlo absolutamente todo.

-¿Cree que llegará ese día?
-No, nunca. (Sonríe).

-De acuerdo. ¿Qué importancia tiene la meditación para mantener vivo nuestro cerebro?
-La meditación es el escenario físico y ambiental con el que el cerebro puede encontrarse más a sí mismo. Para que el cerebro se pueda hacer preguntas y respuestas a la vez, tienes que ponerlo delante de un espejo, y este espejo es el silencio. El cerebro se altera en la medida en la que hay mucha contaminación acústica, ambiental, violencias, irritaciones, desacuerdos, que hay que soportar porque la vida también conlleva esto. Pero cuando le quieres sacar provecho necesita de una concentración absoluta. Fíjate, cuando alguien ha querido entrar en un estado profundo de querer cambiar cosas, sean de la ideología que sean, entran en un periodo de querer aislarse. Es fantástico.

-Vivimos una época convulsa. ¿Qué cree que pesa más en esta crisis, la parte económica y financiera, o la espiritual?
-La economía es determinante en el mundo y para mí lo más importante que ha pasado en el siglo XX es la creación de las clases medias en determinadas zonas del mundo. Las clases medias significan un riego de humanismo, de instrumentos de bienestar, de paz social. ¿Y cómo se generan las clases medias? Con el consumo. El problema que tenemos ahora es que está fallando el consumo, si recuperáramos el consumo por arte de magia, todo se acabaría. El consumo tendría que ser un objetivo humanístico, porque cuando no existe, se crean unas oligarquías y hay masa de pobreza tremenda. A partir de los años 60, España es un gran creador de clases medias y lo que la gente quiere, ya no es el ser, sino el tener. Nosotros somos la generación del tener. Y ahora en España ha coincidido la tormenta perfecta desde un punto de vista social.

-¿Cuál es esa tormenta perfecta?
-Se ha juntado una crisis económica, en un país mal conducido y con poca visión de futuro, por parte de políticos y sindicatos. Estoy harto de decir que hay que ayudar a los trabajadores, este es el objetivo imprescindible. Y para ello hay que ayudar a las empresas. Llevamos tres años de crisis y todavía no se han enterado. Este gobierno no ha tenido ninguna visión de creación de riqueza.

-¿Quiénes son los líderes del siglo XXI que deben sacarnos de esta tormenta?
-La sociedad civil, los líderes siempre han salido de la sociedad civil. Tenemos unas generaciones que, por primera vez, se han dado cuenta de que el tener está muy trillado y hay una evolución hacia el ser.

-Es lo que usted califica en su libro de “big bang”…
-Sí, es un big bang grande porque hay gente que, a pesar de la compleja situación que vive el país, no saben de lo que les hablas y siguen con el tener. Estos mundos convivirán y hay algo que tendremos que resolver relativamente pronto. Entraremos en una década donde la Unión Europea tendrá que coger mucha fuerza por razones de supervivencia. Pienso que de aquí uno años, en la década de los 30, Europa será definitivamente un estado federal. Sabes aquella frase de “quiero, pero no puedo”, pues con la visión europea sería “puedo, pero no quiero”. Esta disgregación no tiene ningún sentido, y no te hablo de banderas, sino de objetivos.

-Vamos a las empresas. ¿Qué tiene que hacer un empresario para motivar en este contexto a sus trabajadores?
-Hablar con una claridad absoluta de la situación de la empresa, y si necesita ayuda, pedirla abiertamente, pero que sea una ayuda para ayudarnos a todos, y los sindicatos que digan lo que quieran. Sea o no sea sindical. Es lo que ha hecho Alemania, u otros países.

-Trabajadores con currículums completos, y que no encuentran trabajo. ¿Qué mensaje les damos?
-Que sean capaces de ofrecer más de los que están compitiendo por este mismo puesto. Hoy en España se crearán miles de puestos de trabajo, se perderán muchos, pero también se crearán. ¿Por qué los consiguen? Porque el que decide entiende que esas personas aportan más que los demás. Cuando vayas a buscar trabajo, no busques lo que me darán, sino lo que puedes aportar tú para mejorar las cosas. Tiene que haber una actitud más competitiva, el trabajo es un derecho, pero también es una obligación saberse vender.

-Asegura en su libro que “cada desigualdad social producirá en los países oprimidos levantamientos juveniles de una dimensión desconocida”. ¿Esto irá a más?
-Sí, y es algo que escribí antes de que sucedieran los levantamientos en los países africanos. Voy cada año de vacaciones a Marruecos, y hablo con los jóvenes. Esto es imparable, ahora tendrá sus épocas, pero ya no lo para nadie. Dirás, hay revueltas de estas que han fracasado, es igual, no importa. Esta gente vive tan comprimida que al final tiene que encontrar sus salidas.

-¿Qué se ha logrado?
-¿A nivel pragmático? Túnez es una experiencia muy interesante, Egipto está en un proceso de rabia, en Libia es evidente que están pasando cosas. Algo se mueve, gobernantes inteligentes están empezando a cambiar cosas. Marruecos, Jordania, por ejemplo. Si no hubieran existido estos movimientos seguirían viviendo con la misma opresión. El problema que hay en estos países es que tienen necesidad de crear clases medias.

-¿Comparar estos movimientos con lo que está pasando en España es temerario o no estamos tan lejos?
-Es una indignación distinta. Si en la década de los 30 hubiera existido una importante clase media española no hubiera venido ninguna Guerra Civil. La mayoría de los ciudadanos lo que buscan es el bienestar. El capitalismo social lo están provocando las empresas. Están socializando cosas tan importantes como el vestido, el hábitat, el entretenimiento.

-Volvamos a los indignados acampados. ¿Están siguiendo una buena estrategia?
-No, es una estrategia respetable, pero tiene bastantes defectos. Ellos necesitan dos cosas. En el libro digo “cuando quieras disparar ideas, las tienes que comprimir”. En su caso no hay ninguna compresión, la demanda exacta que están haciendo es de indignación. Y el segundo error que están cometiendo es la falta de portavoces cualificados. El coro, que no tiene una única partitura, al final es una torre de Babel. El día que compriman sus demandas y tengan excelentes portavoces, que sí que están por allí, conseguirán muchas más cosas. Mi opinión es que todo es un géiser, todo esto se irá organizando porque sabrán reconocer sus errores y carencias, y en la próxima, que será buena para la sociedad, saldrá cráter del géiser. Y pienso que será antes de las elecciones generales.

-Ellos plantean lo que han llamado “una democracia real” y usted en el libro habla de implementar una democracia por objetivos. ¿Qué diferencias hay entre sus planteamientos?
-La democracia que tenemos en estos momentos es real, y la que yo planteo también. Lo que pasa es que igual que digo que toda creencia tiene que ser revisada, en la democracia se tiene que hacer grandes ajustes. Para mí el gran fallo de la democracia es que tiene una cosa que le llamo “la franquicia perversa”. Tenemos una franquicia de 4 años cada vez que hay elecciones. Lo que falla de las elecciones es que ganas las elecciones haciendo promesas, y esto se tiene que acabar. Hay que hablar de objetivos más que de programas, que me parece muy panfletario proletario. Tienen que ser objetivos cuantitativos, concretos. Y diciendo cada año qué te comprometes a hacer y poniendo cosas encima de la mesa. Si tú me das trabajo a mí, yo tengo que cumplir con ello. Al final del periodo anual, se hace una auditoria. Llega el segundo año, lo mismo. A la que durante dos periodos no has pasado la auditoria, se convocan elecciones al día siguiente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario