Entrevista para la revista Tu mismo.
Pablo Arturi. Edicion Aurelio Alvarez
La experiencia de Javier González, un antropólogo que se
sumergió en el mundo maya
Vive en otra dimensión. Su voz pausada, reflexiva, narra su
experiencia como contador de días, según la tradición maya, y cautiva su
despreocupada forma de comunicar un cúmulo de vivencias. Años atrás, Javier
González, poco antes de terminar la carrera de antropología social, viajó desde
Madrid hacia Colombia gracias a una oportunidad que le dio una oenegé cuyo
trabajo se extiende a favor de pueblos indígenas de Iberoamérica. Luego de dos
años y medio, regresó, terminó el doctorado y volvió a América, esta vez a
Guatemala.
Lo que vivió y aprendió sigue narrado por sus propias
palabras:
“Poco antes de terminar la carrera, trabajé en una fundación
en Madrid, de artistas e intelectuales por los pueblos indígenas de
Iberoamérica, colaborando como voluntario, y me dieron la oportunidad de viajar
por seis meses a Colombia, en el departamento del Cauca. Estuve dos años y
medio. Regresé, terminé mi doctorado y tras otros dos años, fui a Guatemala,
donde conocí a un anciano que me preguntó cuál era mi fecha de nacimiento, así
me decía mi nahual (nombre maya). Me explicó que a través de él, podía decirme
mis características psicológicas y aptitudes.
“Me impresionó cuando recordó un sueño que yo había tenido a
los cinco años: un punto de luz en la oscuridad que se convertía en un espiral
de fuego, y despertaba llamando a mi madre. ¡Era cierto! A partir de ese
momento me interesé por el calendario maya, la cosmología de los pueblos mayas
de México y Guatemala…
“Así fue que una oenegé guatemalteca me contrató para hacer
una investigación. Trabajé con grupos de base católicos en la zona rural. Al
terminar recibí una oferta de trabajo para ir a 500 km. de donde estaba. Como
dudaba si aceptaba o no, visité al anciano nuevamente y le pedí consejo. Ante
un altar, volcó semillas, hizo montoncitos con ellas mientras reía. Miró unos cuarzos
y seguía sonriendo, despertando mi curiosidad. Finalmente expresó que aceptara
el ofrecimiento y que viajara para seguir aprendiendo un camino. Comience
encendiendo una vela blanca, otra amarilla, y agradezca que su corazón late",
dijo despidiéndose.
“Viajé a mi nuevo destino y el primer día me presentaron a los
compañeros de la oenegé y unas comadronas mayas. El proyecto correspondía a un
plan de salud materno-infantil, embarazos, partos, comunicación. Conocí a
Carlos, mi jefe, a quien le comenté que venía de San Cristóbal, departamento de
Cobán, y cuando conté que había consultado con un viejo sobre si aceptar o no,
resultó que era su padre, Don Vicente.
“A partir de ese momento ocurrieron acontecimientos más llamativos.
A la semana de estar, durante tres horas lloré frente al ordenador. Fui a la
casa de Carlos, que tenía su altar. Me mostró sus velas, sus flores, y dijo
"llora aquí". Y lloré… Me sentí más tranquilo. Entonces buscó una
bolsa de 260 semillas, una cruz de madera, y me la quiso dar, pero me negué.
Quería saber qué pasaba, había ido para aprender un camino. Al mes me invitó a
participar de una ceremonia ritual con fuego. Vi cómo el fuego bailaba en forma
de espiral, sentí miedo, pero pasó enseguida porque empecé a sentir en mi
interior como una sensación de pertenencia a otra forma de percibir la vida.
“Le dije a Carlos que iba a seguir el camino, y empecé a ir
a cursos los viernes por la tarde, junto con otras personas. Había otros
españoles, también norteamericanos, colombianos, guatemaltecos. Durante un año
concurrí a esos cursos y a ceremonias con fuego. Al final recibí los elementos
de un contador de los días, que es lo que yo soy: una faja, un pañuelo para la
cabeza, una cruz de madera y una bolsa de 260 semillas.
“El camino maya consiste en estar atento a los días, tener
gratitud hacia cada día, que posee un carácter diferente, una forma de
expresarse. También se aprende la enseñanza cotidiana: los glifos, ideogramas
que representan los nahuales, los días, sobre tres patas, que significan pedir,
recibir y agradecer. El número 3 en el camino maya significa muchas cosas más:
las tres piedras del fogón en la cocina. En esta cultura los ancianos dicen que
lo que está en el cielo, está en el suelo, entonces las tres piedras del fogón
las identifican en el cinturón de Orión. Las tres piedras también simbolizan
los tres principios de lo sagrado, lo que es tres veces santo.
“El camino se sintetiza en seguir el calendario y apreciar
que lo que nos ocurre a diario está relacionado con la energía de cada día.
Para un contador de los días, el camino significa tres cosas: leer el nahual a las
personas, consultar un oráculo de semillas (en castellano, la vara: la
compañera del contador de los días) y las semillas responden con nahuales, en
forma de días, y hacer rituales con fuego, colectivos, individuales, de
agradecimiento o petición.
“Los nahuales es la energía de las 24 horas de cada día, que
comienza con el amanecer y termina con el amanecer siguiente. Esas horas están
impregnadas con esa energía relacionada con la luz, tanto del sol como de la
luna, y es compartida por personas, animales, fenómenos atmosféricos, insectos,
minerales, bosques, montañas. Eso quiere decir que el día que tú naces la
energía del día se impregna en ti, da las características de tu aura o campo
energético o vibratorio.
“Todo lo creado en la naturaleza posee un nahual. Por
ejemplo, las entidades más avanzadas de la creación para los mayas son las
montañas, que tienen sexo, nombre, una especialidad y un nahual. Las montañas
forman parte de la vida de las personas, tanto que cuando preguntas el nombre a
alguien dice "Francisco Quilich", y Quilich es la montaña de su
aldea.
“Hay 20 nahuales en el calendario maya, los cuales tienen
trece formas de vibrar, manifestarse, formas de actuar, de trabajar. Los 20
nahuales están en escritos en nuestro cuerpo en los 20 dedos, empezando por el
pulgar de la mano derecha, el primero, que corresponde la humanidad, luego los
siguientes cinco se encuentran en el pie derecho, los terceros en la mano
izquierda y los cuartos en el pie izquierdo. El dedo meñique del pie izquierdo
es el nahual número 20, de la escritura. Luego éstos se combinan con trece
números, escritos a través de las articulaciones: tobillos, rodillas, caderas,
hombros, codos, muñecas y cuello. 20x13 nos da la secuencia de 260 días, el
tiempo estándar de gestación de un bebé, las 9 lunas. Por eso a este calendario
lo llaman lunar o del ciclo humano.
“Cada uno de los 20 nahuales es una manifestación, como cité
antes, y además representan una actitud, una intención, miedos, formas de
expresión. Por ejemplo, el nahual mono, el primero, de la humanidad, representa
una actitud de prudencia, pero aferrarse a la rama supone en muchas ocasiones
dejar pasar oportunidades. La energía del nahual del día de nuestro nacimiento
nos acompaña toda la vida, aunque como somos tan complejos existen otros ocho
nahuales que conforman nuestro ser. Para los mayas, que también creen en la
reencarnación, nuestro ser está vinculado a una memoria pre-espíritu, digamos
que venimos aquí con una memoria antigua que hay que desenredar, una serie de
dones que hemos ido acumulando en el viaje del alma. Igual que Platón habla de
que las almas vienen por Cáncer y se van por Capricornio, los mayas citan dos
constelaciones por dónde vienen y van las almas.
“Yo creo en vidas pasadas. Creo que lo que conocemos como
alma es una serie de fibras tejidas. Recuerdo una anécdota de mi compadre, hablando
con su hija de cinco años. "Explícame por qué eres tan bonita", le
preguntó, y ella dijo "porque yo te elegí como papá". Para mí, ésta
ha sido una revelación importante de dónde venimos. Un cuento de Sófocles habla
de un soldado difunto que bebe en un río, antes de elegir su próxima
reencarnación, porque sabe que cuando beba, perderá la memoria de vidas
anteriores.
“Sin embargo, no hay un excesivo énfasis en la cultura maya
sobre la cuestión de las vidas pasadas. Siempre me llevaron a pensar que el
camino es para vivir cotidianamente, no hay que reparar tanto en atrás o
adelante. Los acontecimientos del pasado o del futuro, importantes, aparecerán
oportunamente. Hay una filosofía de estar atento al presente. Las señales
pequeñas traen grandes mensajes. Un curandero de huesos, al que ayudé un
tiempo, saludaba a la gente diciendo "¿estás vivo?, ¿sí?, está bueno”. Debes
estar preparado para el instante.
“Es interesante saber de qué forma nos presentamos ante los
demás, también que tenemos unas capacidades de planificación, administración,
lógica, y capacidades de intuición. Leer el nahual significa por una parte
conceder igual importancia a nuestras capacidades de la lógica y de la
intuición, y prestar atención a nuestras partes masculina y femenina. También
nos ayuda a describir nuestro canal central, es decir el puente entre el cielo
y la tierra, y nuestro canal abuelos - nietos. La lectura nos da las
características adquiridas de padre y madre, para evaluar cuánta influencia han
tenido en nosotros. Al mismo tiempo ofrece una serie de detalles acerca de qué
forma asumimos las pruebas que la vida nos presenta.
“Cuando hago la lectura, las personas que consultan ya saben
qué les estoy diciendo. Es como mirarse hacia adentro desde otra perspectiva.
No digo nada nuevo, pero sí intento potenciar las capacidades, los talentos. Al
mismo tiempo el nahual presenta nuestra esquina más frágil, una herramienta
eficaz porque puedes en pocos minutos conocer por dónde se pierde tu energía, y
por ello entristeces.
“El canal central está compuesto por tres nahuales. Uno
relacionado con la memoria antigua, las existencias pasadas, otro vinculado con
el día en que nacimos, y por último otro sobre cómo nos presentamos a los
demás. Este eje es un canal muy parecido a lo que en astrología se llama nodo
sur y nodo norte, es la forma de interpretar nuestro karma antiguo y cómo
debemos reconducir aquellos enredos con los que venimos a esta vida.
“El oráculo maya no se diferencia de otros métodos de
adivinación, pero a mí me enseñaron que sirve para analizar un contexto. El
contexto tiene una situación actual, presente, explicado por tres días o
nahuales, que hacen una valoración de cómo está la situación actual. Cada uno
de los nahuales tiene un significado. Aquí interviene la intuición del contador
de días, la predisposición de quien consulta y las circunstancias que aparezcan
alrededor de la consulta, como un gesto, una llamada… Estas tres respuestas del
presente se relacionan con tres nahuales de futuro, que muestran una tendencia
de los acontecimientos, y se utilizan las 260 semillas.
“Cuando uno viaja por Guatemala, por las aldeas, nos damos
cuenta de que en la mayoría de las montañas y valles hay altares naturales. En
muchos sitios se ve el suelo quemado. Esto se debe a que la gente lleva velas e
inciensos y allí realiza un fuego. El fuego es una puerta, las ceremonias lo
son, al ayer y al mañana. Una ceremonia tiene apertura y clausura, y en el
medio tres fases. La apertura se hace saludando a los cuatro puntos cardinales,
al recorrido del sol, oriente - poniente, y luego al recorrido de las personas
y sus almas, norte - sur. En esta cruz maya, el eje vertical tiene en su punta ascendente
al quetzal, el ave de la luz, de la estrella, mientras que abajo aparece una
especie de ogro, con cara de buen rollo, que representa la oscuridad. En tres
dimensiones, se trata del recorrido del sol. En el eje horizontal vemos una
serpiente de dos cabezas, nuestra venida y salida de este mundo. El cruce indica
nuestra vida presente. La parte superior del eje vertical está pintada de color rojo, abajo negro o morado, el brazo
derecho, blanco, y el lado izquierdo, amarillo. Los ancianos, cuando piden por
las personas, dicen "que tengan caminos anchos blancos y amarillos",
es decir "no quieras ser como Dios, bajo estrellas blancas y amarillas".
“La ceremonia de apertura también alude a los cuatro
elementos: el fuego, la tierra, el viento y el agua. Después se saluda al cielo, a la
atmósfera, a la burbuja de aire que permite la vida, y a la tierra. En la
primera fase se agradecen a los espacios naturales, montañas, ríos, valles, en
la segunda a los difuntos, y en la tercera a los 20 nahuales. Al finalizar, se
agradece nuevamente a los cuatro puntos cardinales, al cielo y a la tierra.
“Las ceremonias sirven como agradecimiento y petición. Se
puede pedir por todo tipo de cosas, una curación, para protección, viajes.
Muchos lo hacen cuando migra a Estados Unidos.
¿Un libro? Sí, estoy pensando en escribir uno, pero con
tiempo…”.
Si estas interesado en conocer tu carta natal
maya con la explicación de los 9 Nawales que estructuran tu manera de percibir.
O bien estás interesado en una consulta de semillas, puedes ponerte en contacto
con Javier González a la siguiente dirección:
contandodias.maya@gmail.com
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