27 de marzo de 2011

Richard Bach. Alas para vivir



Si buscas seguridad antes que felicidad, la segunda será el precio que tendrás que pagar por la primera. 

Dr. José Argüelles

saludo josé arguelles - valum votan

"Si piensas más en los demás, tus problemas se minimizan" Jetsun Pema

Jetsun Pema,’la madre de Tíbet’, hermana menor de SS el Dalái Lama


ENTREVISTA DE IMA SANCHÍS - 04/12/2010 - LA CONTRA, LA VANGUARDIA - BARCELONA


No necesita adornos ni maquillaje. Su sencillez, su sentido del humor y su dulzura hacen de ella una mujer muy atractiva, sin edad. No necesita doctorados, su humildad y su plena entrega durante 45 años a la educación de los niños tibetanos en el exilio, como responsable del Tibetan Children's Village, la han convertido en una experta en las necesidades humanas desde la infancia. Siempre llamó a todos los niños por su nombre y ellos la llaman Ama La (madre respetada). Como todos los tibetanos, ha pasado y pasa por situaciones muy dolorosas, pero no tiene cicatrices. Ha dado una conferencia sobre Educación: valores humanos para la paz y la no violencia, en la Fundació Casa del Tibet.

- Tengo 70 años. Nací en Lhasa (Tíbet) y vivo en Dharamsala (India). Estoy casada por segunda vez. Tuve tres hijos. Mi hija pequeña falleció hace 5 años, iba a cumplir 36. Tengo un nieto. Mi principal aspiración es que su santidad el Dalái Lama pueda volver a Tíbet. Soy budista. Mi infancia transcurrió en un Tíbet feliz y en una familia feliz pese a que mis padres, humildes campesinos, tuvieron dieciséis hijos y sólo sobrevivimos siete.

- Todo cambió cuando reconocieron a su hermano como el XIV Dalái Lama.
- Sí, a él se lo llevaron al palacio de Potala, y a mi familia, a una gran casa en Lhasa donde nací rodeada de lujos y sirvientes. Pero a los 9 años mi madre (mi padre murió cuando yo tenía 6) me envió a un internado de monjas católicas en India, donde viví hasta los 20 años.

- ¿Cuándo fue la primera vez que vio al Dalái Lama?
- No intimé con él hasta los 16 años, cuando le acompañé a un viaje por India de dos meses y medio. A partir de entonces tuve claro que debía servir al pueblo tibetano.

- Usted no quería, pero acabó convirtiéndose en la madre de Tíbet.
- Yo quería trabajar junto al Dalái Lama. Mi hermana mayor se encargaba de las aldeas de niños tibetanos en el exilio, colegios, capacitación vocacional, hospedajes juveniles, hogares para ancianos...Pero mi hermana murió y el Dalái Lama me pidió que la sustituyera. Había mucho que hacer.

- Pero no era su elección...
- Para el budismo, lo importante es sacar el mayor provecho del ahora. Esa forma de pensar hace que la vida se convierta en algo más sencillo.

- Ha vivido usted muchas muertes.
- Cuando empecé a trabajar con niños, muchos morían porque llegaban en muy malas condiciones al exilio. Yo era muy joven y lo pasaba muy mal. Luego murió mi marido en un accidente de coche, y luego mi hija a los 35 años. Fue muy difícil.

- ¿Qué le ayudó a superarlo?
- Todo el mundo que me rodeaba había pasado por tragedias en su vida, y lentamente aprendes a aceptarlo. Los budistas creemos en el renacimiento, así que morir no es el final, sino otro principio, y eso ayuda.

- ¿Y nunca ha dudado de la ley del karma?
- Por supuesto. A mí me da aliento vivir una vida útil, con objetivo. Si has intentando hacerlo lo mejor que has podido, al final de tu vida todo cobra sentido.

- Entonces, ¿hay que esperar?
- No, hay que perseverar. Las muertes por las que he pasado han sido los momentos más difíciles de mi vida, pero me hicieron más fuerte, me hicieron crecer. Cuando logras superar esos descalabros, entiendes que ya nada va a poder contigo y llegas a estar en paz contigo misma, y esa paz es lo que me parece más importante.

- ¿Cuál es el camino?
- Ser menos egoísta. Si puedes pensar más en los demás, tus problemas se minimizan. Si eres menos egoísta, no tienes tantos aferramientos, y eso te da paz. Pero es muy importante aprender a conocerse uno mismo.

- ¿Cómo?
- Creo que los retiros son muy útiles, esenciales. No todo el mundo puede hacerlos, pero todos podemos encontrar unos minutos al día para pensar si nuestro día ha sido útil. Pero la gente está muy ocupada, no tiene tiempo para lo fundamental. Si miras atrás y analizas en qué has estado tan ocupado, puede que empieces a reírte de ti mismo, porque todo lo que hacías quizá no tiene ningún sentido o no tiene importancia. Pero has de encontrar el tiempo para mirarte.

- Entiendo.
- ... Y este no es un consejo budista, es un consejo de anciana, porque cuando era joven no pensaba de esta manera. Si lo hubiera hecho, ahora sería más sabia.

- ¿Era impulsiva?
- Sí, y tenía mal carácter. Todos a mi alrededor decían: “Hay que darle rápido el té, porque si no se va a poner nerviosa”, ja, ja, ja.

- ¿Le gustaba ser ministra?
- No, nada, yo quería estar con los niños. Siendo ministra pierdes el contacto con las cosas del día a día, con la gente, y no llegas a entender qué es lo que realmente necesita. Pedí cuatro veces al Dalái Lama la dimisión.

- ¿Qué ha sido lo mejor?
- He visto niños discapacitados convertirse en artesanos maravillosos; ver que sus vidas tienen sentido me hace muy feliz.

- ¿Qué se debe enseñar a los niños?
- Lo esencial es ganar su confianza y ayudarles a aprender a sacar lo mejor de sí mismos. Si lo consigues, todo va como una seda.

- ¿Y cómo se hace?
- Teniendo un sistema educativo muy holístico que haga que los niños puedan pensar por sí mismos, se encuentren a sí mismos y confíen en ellos mismos.

- ¿Qué está descubriendo en la vejez?
- Por fin puedo asistir a las enseñanzas de su santidad y tener una comprensión más profunda del budismo. Estoy aprendiendo a hacer las cosas sin presión; mi tiempo está en mis manos y disfruto de esa libertad.

- ¿Qué merece la pena en la vida?
- Su santidad dice que es muy importante buscar la felicidad en la vida, ser feliz. Y para eso tienes que preguntarte cuál es el objetivo en tu vida y buscarlo. Para mí, la felicidad ha sido servir a los niños; de manera que al final de mi vida miro hacia atrás y veo un camino con sentido.

- ¿A través de los otros?
- Cuando miro a mi alrededor y veo jóvenes felices, me siento feliz, sí. Vivir en armonía con los demás me parece esencial.

"La ira y el enfado consumen tus recursos" Raymond Novaco, experto en psicología sobre el enfado

"La ira y el enfado consumen tus recursos"
IMA SANCHÍS - 01/07/2010

El enemigo interior
Vive rodeado de airados. Es pionero en el tratamiento cognitivo-conductual de la ira. Ha realizado trabajos de investigación con población reclusa y veteranos de guerra (Iraq y Afganistán) sobre el estrés postraumático, y asegura que lo que arraiga más el trauma es precisamente la ira. Ha pasado por Barcelona para impartir un taller sobre Evaluación y tratamiento de la ira y dar una conferencia en la 25a Jornada de la Societat Catalana de Recerca i Teràpia del Comportament. "Amor y gentileza - me dice- son buenos antídotos contra la ira". Ahora estudia los efectos sobre los niños de padres iracundos: "Si queremos mitigar la violencia en nuestra sociedad, hemos de empezar en casa".


63 años. Nací en Nueva Jersey y vivo en California. Soy catedrático de Psicología y Conducta Social en la Universidad de California, Irvine. Casado, sin hijos. ¿Política? Que el gobierno deje a la gente en paz. Creo que hay un poder divino que no tengo capacidad de comprender

¿Qué le pone iracundo?
Los políticos y mi madre..., mírela, aquí está, jugando al golf.

Lleva su foto encima.
... Es italiana, un carácter, pero la quiero muchísimo.

¿Por eso estudia la ira?
No, ja, ja. La ira es una emoción humana corriente muy importante para vivir, lo que pasa es que a menudo se confunde con la agresión, que es un comportamiento.

La frontera es borrosa...
La ira es un problema cuando es demasiado frecuente, intensa, rápida, duradera y se expresa violentamente. La ira es una emoción normal, pero necesita regularse. Además, en una intensidad elevada, la ira nunca es útil.

¿Lo es en algún caso?
La ira da energía al organismo, es una de sus funciones. En circunstancias difíciles puede ayudarnos a persistir, a no rendirnos. Y también tiene una función comunicativa.

Curiosa forma de comunicarse.
A veces las personas no se comunican hasta que aparece la ira, de manera que el enfado sería el vehículo para comunicar emociones negativas. La ira nos da fuerza, poder.

Por eso tiene adeptos.
Moviliza contra sentimientos de opresión o de victimización, fortalece al grupo.

¿Cómo se aprende a controlarla?
La ira es líquido caliente en un recipiente, para aprender a controlarla se necesita un termostato. Hay que estar muy atento a las propias sensaciones. El control de la ira reside en la reflexión. Hay que preguntarse si había motivo para enfadarse tanto.

Pero eso es a posteriori.
Hace ya mucho que sabemos que nuestros pensamientos y percepciones influyen en nuestro comportamiento. Los primeros en afirmarlo fueron Séneca y el médico de Marco Aurelio, así que los conceptos teóricos que barajamos hoy tienen dos mil años.

¿Sabemos algo nuevo?
No nos enfadamos sólo por lo que pasa, sino por el significado que le damos; y eso tiene que ver con el sistema cognitivo. Y en nuestra vida desarrollamos normas sobre cómo la gente debería comportarse y actuar.

... Y si te las saltas, hay quien se enfada.
Así suele ser. Y también la ira tiene que ver con nuestro sistema de activación fisiológica: si tenemos la presión alta o tensión muscular, estamos más predispuesto a un ataque de ira. También influye el sistema conductual: según como actuemos, pensaremos.

Qué interesante.
Si la persona desarrolla hábitos de agresividad, estos influirán en la manera de pensar y en las emociones. La persona a quien le faltan habilidades de conducta para sobrellevar ciertas situaciones, como la comunicación o la capacidad para solucionar problemas, fácilmente usará la ira para resolverlos. Es un sistema interconectado entre pensamientos, emociones, conductas y entorno.

Un popurrí.
Nuestro comportamiento, a su vez, modela el entorno en el que nos movemos. Las personas que actúan de forma antagonista apartan a los que podrían darles apoyo.

¿Por dónde empezar?
Reformulando las experiencias personales para cambiar su significado. Alguien que se enfada con frecuencia verá fácilmente maldad y hostilidad en los otros, hay que encontrar un análisis alternativo. La gente muy airada pierde la perspectiva. La ira es la ausencia de apreciación.

Eso es vivir mal.
Perder la capacidad de apreciar a los otros y la belleza del mundo es muy dañino. La ira es un veneno en la mente.

¿Cómo regular el sistema fisiológico?
Yo utilizo la respiración (lenta y profunda) como foco de relajación, ya que es un ritmo central del cuerpo. A nivel conductual, la persona necesita desarrollar habilidades verbales y empáticas para confrontar las situaciones de ira.

¿Alguna estrategia?
Hay que desarrollar una jerarquía de situaciones provocadoras de ira empezando por las de baja intensidad, porque si no controlas estas, no controlas ninguna.

¿Pero cuál es el fondo del problema?
No entender bien el mundo y la vida. La vida es corta, si te pasas el día enfadándote pierdes muchas situaciones de disfrute. Guarde su enfado para cosas importantes. La ira y el enfado consumen tus recursos. Hay que preguntarse a menudo: ¿mi carácter, mis enfados están interfiriendo con mis relaciones, mi salud, mi trabajo?

Las personas de pronto fácil no pueden evitarlo, aunque luego se arrepientan.
La ira es un hábito: puede y debe controlarse incluso en situaciones de supervivencia. En una pelea a vida o muerte, la ira es una desventaja. Los profesionales lo saben, si no estás airado peleas más rápido, atacas en diferentes niveles y manipulas el espacio.

Treinta y cinco años investigando y tratando, ¿qué ha entendido del ser humano?
Que es importante creer en cosas más grandes que uno mismo, que hay más alegría en dar que en recibir, y que la apreciación de la amistad y el amor es lo que te sostiene en la vida. Amor, gentileza y humor son unos buenos antídotos contra la ira. Sobrellevar el dolor es la capacidad que te hace fuerte.

¿Qué hay detrás de la ira?
 Cuando nos enfadamos, lo que estamos haciendo es intentar controlar la situación. Tras la ira hay alguien cuya perspectiva de vida es demasiado estrecha y que exagera la importancia de los acontecimientos.

Stages of Meditation by the Dalai Lama

Al escuchar a las enseñanzas uno de los defectos es escuchar como un recipiente con agujeros. Esto significa que a pesar de que están escuchando las enseñanzas, no conservan su contenido. En este caso nos falta la atención y la memoria. La práctica del Dharma significa que debemos ser capaces de beneficiarnos de lo que hemos oído. No es un pasatiempo, como escuchar una historia. Las enseñanzas nos dan orientación sobre cómo vivir vidas significativas y cómo desarrollar actitudes apropiadas. Así que para beneficiarse de las enseñanzas, hay que mantenerlas con atención.

En todo tipo de procesos de aprendizaje, escuchar, leer, etc, debemos prestar atención y esforzarnos para recordar su contenido. Cuando nuestro interés es a medias, sólo recordamos la mitad de los puntos, y los conservamos por un corto tiempo. Debemos reflexionar y pensar acerca de lo que hemos oído, una y otra vez. De esta manera, el conocimiento se quedará en nuestra mente desde hace mucho tiempo. Otra técnica para recordar las instrucciones es un debate como se practica en las escuelas tradicionales de debate.

El optimista vive más y mejor - LUIS ROJAS MARCOS

LUIS ROJAS MARCOS PSIQUIATRA, PROFESOR EN NUEVA YORK

MITXEL EZQUIAGA -  DIARIO VAZCO 

Viaja tanto entre los dos lados del Atlántico que ya tiene sus propias recetas para superar el 'jet lag': comer poco y una pequeña siesta. El psiquiatra sevillano afincado en Nueva York llegó ayer mismo a San Sebastián para clausurar 'Diálogos de cocina' con una defensa encendida del optimismo y el sentido del humor.

- No es fácil defender el optimismo hoy: peligro nuclear en Japón, Gadafi recupera fuerzas en Libia, la crisis econonómica golpea...

- No es fácil, no, pero soy un opimista histórico: el mundo está hoy mejor que hace cien años, y mucho que mejor que hace mil. La gran mayoría de las personas tenemos la capacidad de adaptarnos y superar la adversidad. Optimismo consiste en ver el futuro con esperanza, analizar el pasado primando los recuerdos positivos sobre los negativos y enfrentarnos al presente sabiendo que los problemas pueden tener solución. No pensar «que sea lo que Dios quiera», sino tener un papel activo. Y hablar: hablar es bueno para el corazón y para la mente. Al poner palabras a tus sentimientos reduces la intensidad emocional negativa. El optimista ve más motivos para vivir.

- Vivimos en una sociedad en la que el pesimista parece más inteligente y el optimista un ingenuo.
- ¡Pues yo para viajar en un avión prefiero un piloto optimista! Se ha avanzado tanto en la psiquiatría que cada vez hay más científicos que se dedican no a curar enfermedades, sino a otros aspectos que ayuden a superar problemas del ser humano. El optimismo y el amor se estudian de manera científica. Aplicando esos baremos comprobamos que la mayor parte de las personas es en realidad optimista. De cero a diez, la gente se sitúa mayoritariamente entre el 6 y el 8. El optimismo tiene mala fama en Europa. Los filósofos europeos llevan siglos lamentando qué desastroso es el mundo. En Estados Unidos, en cambio, se glorifica el optimismo: si vas a una entrevista de trabajo ni se te ocurra decir que no eres optimista. Allí se presume de felicidad.

- El amargado aquí mira al resto por encima del hombro, como con superioridad intelectual.
- El amargado desconfía de todo. Si tu le invitas a comer en casa, en vez de agradecértelo piensa que le quieres tender una trampa. Desconfiar de todo no lleva a ningún sitio. Yo empecé con 23 años de médico residente en un psiquiátrico de Nueva York: cuando llegaba el invierno los indigentes se acercaban y en muchos casos fingían una enfermedad para quedarse y dormir bajo techo. Un joven colega y yo nos enfrentamos al caso de un vagabundo que amenazaba con suicidarse. Pensamos que nos quería engañar: le citamos para el día siguiente y le dijimos que se fuera. Al instante intentó suicidarse allí mismo: sus tendencias suicidas eran reales. No hay que desconfiar por sistema, no hay que dar tantas vueltas a las cosas.

- ¿El optimista vive más?
- Sin duda. Más y mejor. Acabo de leer un estudio sobre enfermos renales que necesitan diálisis. Quienes dan un nivel alto en el estudio de optimismo viven más. Pero no por magia: el optimista piensa que puede ayudar a superar la enfermedad, toma las medicinas, va a la diálisis... Ni tira la toalla ni se encomienda a Dios: actúa. Quien tiene esperanza tiene más probabilidades: lucha más. Alguien que ha sufrido un infarto o un cáncer también vive mejor con esa actitud constructiva y positiva.

- ¿Hay estrategias para alimentar el optimismo?
- No es fácil en el caso de los adultos. Primero, la persona debe querer cambiar de verdad; segundo, necesita tiempo, y tercero, si va a un psicólogo necesita dinero. Pero en el caso de los niños sí se pueden fomentar actitudes positivas, valorar las pequeñas metas, hacer sentir al crío que puede controlar las situaciones.

- En un mundo tan informado una persona de San Sebastián con todas las comodidades puede vivir angustiada por el terremoto de Japón.
- ¿Pero dejará de pasear por la playa de La Concha por eso? Los seres humanos tenemos una gran capacidad para filtrar. Antes no vivíamos las desgracias ajenas en tiempo real, ahora sí. Pero lo que ocurría antes y ahora es que nos fascina la violencia. Hace dos mil años las gentes más educadas iban al Coliseo a ver gladiadores. Ahora la sublimamos en la tele. Y las malas noticias venden más.

- Usted recomienda que en los botiquines de urgencias haya un frasco de sentido del humor.
- Absolutamente, aunque sin llevarlo a extremos absurdos. El sentido del humor es útil para iluminar el futuro o el pasado o para torear incongruencias. Mi madre murió hace cinco años. Antes, le preguntamos si, una vez fallecida, prefería ser enterrada o incinerada. «Dadme una sorpresa», respondió con una sonrisa. El humor ayuda a relativizar. Darwin decía que la risa era útil como ejercicio físico.

- Nueva York dio la vuelta al 11-S, como usted estudió. El País Vasco se enfrenta hoy al fin de la violencia. ¿Sabremos superar cicatrices?
- Sí. Hace sesenta años la Segunda Guerra Mundial dejó más de cincuenta millones de muertos y el mundo lo superó con capacidad de adaptación y 'mala memoria'. El olvido ayuda a liberarnos. Veo en los hospitales cómo la gente supera enfermedades terribles: eso vale para sociedades enteras. Antes había más violencia. ¿Quién preferiría vivir en el mundo de hace cien años? Ver la evolución con perspectiva invita al optimismo, también en el caso vasco.

- ¿Por qué un psiquiatra en una cita llamada 'diálogos de cocina'?
- Me resulta divertido. Es un congreso muy bien organizado: estoy convocado desde hace un año. Mezclar psicólogos y cocineros es bueno para unos y otros.

- ¿Le gusta comer?
- De pequeño sufría muchas gastritis, pero descubrí que el problema era de cabeza, no de estómago. Aprendí a comer: sé qué me sienta bien y qué mal.

Frases Marianne Williamson

Cada mañana, decide los rasgos que deseas mostrar hoy; los tipos de experiencias que deseas tener y el tipo de vida que deseas vivir. Pon a punto tus músculos actitudinales consiguiendo tener claras estos temas, sosteniendo los pensamientos y luego entrégalos a la Divinidad. Entonces tu mente subconsciente empieza a hacer que se manifiesten.