20 de mayo de 2013

Rescate floral: "Las esenciales florales son maravillosas respuestas para provocar cambios personales y vinculares


Con el amor alcanza y sobra", afirma Eduardo Grecco, maestro de la Terapia Floral. Es su propuesta para salir del actual modelo social, donde imperan conductas abusivas, y habla de justicia y "tolerancia cero" para erradicarlas. Grecco estará en junio en Valencia para dar una conferencia y dos talleres





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-Es curioso que a nivel global tengamos, como nunca antes, más conciencia de lo que es el maltrato, el abuso, la tortura, y en la vida cotidiana no se traduzca en hechos. Tú dices que es un problema estructural pero no patológico. Explícame por qué, Eduardo.

-Hacer una reflexión clínica sobre las conductas de abuso y maltrato nos debería conducir a efectuar una consideración más estructural sobre este tema. El hecho singular de que alguien pueda ser considerado un abusador (en sus diversas versiones de enfermo, psicópata, o cualquier etiqueta que se le quiera colocar) por los actos de dominación que cometa y se desarrolle una acción correctiva y/o punitiva sobre él, es solo atender el síntoma pero no a la causa de esta condición. La violencia, el maltrato, el abuso, la destrucción del semejante, es una acción que forma parte de la estructura social en la cual vivimos, de la cual esa persona es un reflejo de algo que incluye muchos más elementos que se relacionan no únicamente con la sexualidad sino con poder. Condenar a esta persona, internarla o castigarla, en razón de su enfermedad, no basta; lo que hay que hacer es erradicar las causas sistémicas de la violencia y las complicidades que favorecen su reproducción. El sistema en el cual vivimos alienta estas condiciones en todos los planos: el económico, educativo, político, social. Por esa vía, las heridas que estos aconteceres provocan en cada persona requieren para sanarlas la inclusión de una perspectiva no solo personal sino colectiva.

-Conductas, todas ellas, que afectan a cualquier nivel social. ¿Cómo abordamos este problema?

-Estas conductas abusivas están presentes en todos los estratos sociales y en todas las culturas. No es fruto de un nivel educativo, ni de un grado de desgarro emocional o psíquico. Es un fenómeno transversal y estructural de la sociedad ¿Qué hacer ante ello? En primer lugar, incorporar un valor fundamental en la vida de la sociedad para tratar este problema: justicia. Vivimos en una sociedad de impunidad. No hay consecuencias de los actos abusivos, en la mayoría de los casos, así como no se castiga la falta de compromiso con la palabra empeñada. Cuando hay un delito, y no me refiero al concepto jurídico sino al psicológico, tiene que haber justicia, y esto es un principio fundamental y delito no es solo robar o matar sino, también, engañar y abusar del poder. Si alguien en el plano más elemental de las relaciones sociales accede a lugares de poder mintiendo, esto es un delito. Cuando un abusador abusa desde la seducción es tan abusador como el que lo hace desde la violencia. El engaño en las relaciones sociales también es una forma de maltrato.

-¿La situación que comentas se debe a valores que se degradan o a ciclos vitales de una civilización que deben finalizar de algún modo, en este caso, con violencia?

-Vivimos en una sociedad donde todas las relaciones son “líquidas”, todo se evapora. No hay compromisos sólidos con la justicia, siempre hay atenuantes… No hacemos responsables a los causantes de los males sociales, ni la sociedad en su conjunto hace justicia con ellos. Todos estamos contribuyendo al sostenimiento de los bancos causantes de la crisis económica actual, a que los abusadores continúen abusando. Esto es parte del maltrato transversal que se da en la sociedad y el quedar prisioneros de la fascinación del abusador. Una perversión propia de un sistema que necesita abusar para poder subsistir. Estamos en un sistema al que le interesa maximizar las ganancias. No está mal la ganancia, pero el problema surge cuando se maximizan las ganancias a costa de los otros, cuando el único objetivo es la explotación de la gente o de los recursos naturales. Así como hay abuso de menores, hay abuso de grupos vulnerables. De modo que el tema clínico del abuso está enmarcado en algo más general que es el sistema social abusivo donde estos hechos se producen.

-¿Quién o quiénes se hacen cargo de ese restablecimiento del valor de la justicia, si está claro que el mismo sistema no quiere o no puede?

-De establecer un marco, una estructura, donde haya justicia sin impunidad somos nosotros responsables. Un ejemplo: se sabe que hay tiendas que viven de la explotación de menores para la confección de la ropa que venden, por eso tienen esos precios tan bajos, la empresa crece y sus dueños son de las personas más ricas del mundo. ¿Qué es lo que hay que hacer? No comprar en esas tiendas. Si tuviéramos un comportamiento permanente, una militancia activa en estas cuestiones, podríamos llegar a cambiarlas. La responsabilidad es nuestra.

-En resumen, la propuesta es salir de la cultura de la queja, culpabilizando a otros por lo que nos sucede, y asumir cada uno, personalmente, la respuesta que necesitamos.

-Así es. Tenemos que tener tolerancia cero, no solo con los pequeños sino también con los grandes ladrones, maltratadores, abusadores de nuestra sociedad, y no solo con los que delinquen, abusan y maltratan en términos de un código penal.

-¿Qué habría que instalar urgentemente en el ideario colectivo para dar un golpe de timón?

-Aunque resulte un poco apocalíptico, creo que la sociedad, como tal, debe morir para renacer nuevamente. Tenemos que reconstruir una sociedad nueva, no seguir emparchando la actual. En el tema específico que nos convoca, el maltrato y el abuso, la adicción a estas conductas excede el marco de la salud y de lo penal, porque se trata de un negocio con el que se financian otras cosas. El valor predominante hoy en día es la explotación, la competitividad a lo que dé lugar, mientras que aquello que se relacione con la solidaridad está absolutamente birlado y perimido. Entonces tenemos que hacer, por un lado, el cambio personal y, por otro lado, denunciar y señalar las estructuras verdaderas de abuso y maltrato. Digo esto para entender que estamos en una sociedad abusadora en donde el que tiene poder decide, y es lo que aprendemos, reproduciendo lo que aprendemos. Si se vive en una sociedad abusiva es lógico que se aprendan comportamientos de ese tipo.

-Según tus palabras, ya tenemos el diagnóstico de lo que nos sucede como sociedad. ¿Qué aporte puede hacer la terapia floral ante semejante adversidad?

-Somos entrenados en ciertos valores, a través de una función que Jung mencionaba: el complejo materno, y que refiere a que nuestra madre nos construye en lo que debemos ser y las relaciones que debemos tener. Ese complejo materno guarda y reproduce la memoria del orden patriarcal en el cual vivimos, un orden abusivo por su propia naturaleza. En la medida en que se rompa con esos mandatos, con esos sistemas de creencias que nos hacen comportarnos de una determinada manera seguimos, de modo inconsciente, en mayor o menor escala, reproduciendo ese mismo sistema de explotación, abuso y maltrato, cada uno en su espacio: el médico en el hospital, el terapeuta en la consulta, el taxista en el servicio al pasajero, etcétera. Las esencias florales, en primer lugar, hacen que podamos borrar esa memoria, cortar con estos mandatos y creencias, y al separarnos de este modelo de conducta podemos crear espacios para construir algo nuevo en nuestro interior. Algo nuevo que se vincula con la justicia y con el amor en la medida en que nuestra conducta sea justa y también amorosa. De modo que unos y otros nos tratemos con justicia y amor, estableciendo un vínculo que vaya creciendo en muchas personas, y cambie la realidad. Las flores realizan ese trabajo de modificar el orden de vínculos que tenemos, transformando el maltrato, la explotación, el abuso, la psicopatía. Pero, por otra parte, las flores reparan el daño que los abusos y los maltratos han provocado en las personas, en especial en la infancia. Ese tiempo en el cual se instalan los traumas esenciales de la existencia.

-¿Un proyecto a largo plazo? 

-Sí, es de largo aliento, pero si empezamos a producir, a través de la utilización de las flores, cambios personales en las pequeñas cosas de la vida, se transforma el entorno y, a través de los años, la percepción de la sociedad con respecto a estos problemas será otra. Las flores son muy sanadoras, provocan la toma de conciencia de cuestiones cotidianas, haciéndonos ver lo que hacemos en nuestras relaciones.

-Culturalmente, sabemos mucho más destruir que construir, conocemos mejor por qué no funcionan las cosas y no tanto cómo pueden hacerlo bien. 

-Eso es parte de la ideología del sistema. Si quien tiene poder abusa, no hay ninguna ley específica que pueda cambiar esto por la ley en sí misma. Lo que hay que hacer es conseguir crear solidaridad, amor, entre los seres humanos, aunque resulte una idea muy romántica. Aquí está la clave: que haya amor, respeto, solidaridad en las relaciones. Algunos dirán “con el amor no alcanza”. Sin embargo, “con el amor alcanza y sobra”, la cuestión es que no lo practicamos ni se difunde como un valor el hecho de que ser amoroso es nutriente esencial de la sociedad. Lo que sí parecer ser útil es la eficiencia, la competitividad, ganar, valores que debemos cambiar.

Por lo tanto, el camino es ser dichoso y proporcionar dicha a quienes nos rodean, éste es el secreto de la salud. Si practicamos un modo distinto de relación, porque lo que nos enferma son las relaciones, todo en nuestra vida podría ser diferente. Entonces, lo que sana es modificar el modelo de cómo nos relacionamos. El resultado será diferente si nuestras madres nos aman y nos aceptan, no si nos rechazan o abandonan. Esto lo podemos llevar a otros planos de la vida: en educación, por ejemplo, con maestros que amen, acepten y apoyen a sus discípulos, todo lo contrario de exigir, descalificar, logrando así que los chavales se comporten de otra manera. Los valores serán diferentes y los resultados también. La clave está en fundar la sociedad en otros valores que habrá que practicar permanentemente.

-Muchos se sienten víctimas y no responsables, co-creadores de la vida individual y colectiva, producto de lo que sufren en el ámbito laboral, por ejemplo.

-Si tengo una herida de abandono, lo que la vida me está planteando es que aprenda a valerme por mí mismo. Pero cuando uno tiene heridas de abandono, por lo usual, lo que hace es buscar relaciones de dependencia. Es decir, en vez de aprender lo que la vida, aunque sea dolorosamente, está proponiendo, lo que se hace es contrario: no me hago responsable y evito ser autónomo e independiente. Lo mismo podemos decir con el rechazo, la injusticia, etcétera. Las heridas que hay en nuestra vida son oportunidades que tenemos para sanarnos y desarrollarnos. Si en lugar de hacernos responsables, vivimos quejándonos, culpando a los semejantes, haciéndonos víctimas, en lugar de crecer, seguimos siendo niños. Así es que tenemos una sociedad con muchas personas dependientes, “niños” que no se hacen responsables de sí mismos y tampoco de las relaciones que tienen.

-Puede caerse también en el error de que, con aquella excusa, un maltratado se convierta en un maltratador. Se percibe mucho victivismo y parece que cuesta despertar, concientizarse, y faltan tareas por hacer…

-En los años 70 la conducta era hacer lo mismo que se había sufrido: me maltratan, maltrato; me matan, mato. Esto no nos llevó a absolutamente nada. Ahora llegó el momento de una “primavera verde”, de reconstrucción, de valores, donde nos unamos en torno de ideas como: donde hay abandono desarrollamos protección, donde hay dependencia promovemos autonomía… Hacerlo constructivamente, no destructivamente. No estar “en contra de” sino sumar, crear alternativas y que la gente elija aquellas que las haga feliz, buenas para cada uno, lejos de encerrarnos en un mecanismo de salvación o redención. En nuestro caso, no estar en contra de la alopatía sino sumar la terapia floral al arte de curar.

Debemos promover una verdadera “primavera espiritual” frente a la explotación, a la exacción. Hagamos todo lo opuesto, es decir, respetarnos, amemos, seamos solidarios. Tú ahora mismo apoyas mi trabajo y yo el tuyo, esto, para el corazón, es un acto importante, un acto concreto de amor.

-Para terminar y conocer lo que vas a ofrecer en los talleres que darás en Valencia el mes próximo, ¿todavía es desconocido el poder terapéutico de las esencias florales?

-Desde la clínica hay que tener un buen diagnóstico, que no debe asustarnos. El diagnóstico es un mapa que nos sirve para proceder adecuadamente. Debemos decir las cosas tal y como son. Y a partir de saber y aceptar la realidad, tener respuestas. Las esencias florales son maravillosas respuestas para provocar cambios personales y vinculares. Creo que todavía no se ha explotado suficientemente la aplicación de las esencias florales en el mundo de las relaciones. Cuando redescubramos lo que maravillosamente hacen las esencias en este campo podremos sanar, entre otras cosas, la raíz de la explotación, del maltrato, el abuso. Algunas personas, por la falta de amor, de enfermedad o por la razón que sea, caen en estas prácticas, pero la sanación a la cual hay que apuntar consiste en sanar internamente las formas abusivas que tenemos en la vida cotidiana. Tengo fe al verlo en la clínica, las flores tienen ese poder de transformación, me apasiona y quisiera que muchas personas tuvieran estos recursos para poder sanar las memorias que nos atan a patrones que debemos sacar de nuestras vidas, para nuestro bien, el de los seres queridos y de la sociedad en su conjunto.
Nota a Eduardo Grecco por Aurelio Álvarez Cortez

Conecta con tu corazón "Tú llevas un ser sabio dentro de ti"


"Entre maestros" es el documental que acaba de estrenarse, basado en un libro escrito por el profesor Carlos González. Esta película muestra una mirada cuyo objetivo es recuperar la creatividad a través del método "Educar empoderando", según lo explica el mismo autor, sustentado en los nuevos paradigmas


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-Brevemente, Carlos, dime cuál es el tema central del documental “Entre maestros”.

-El documental es una ventana por la que puedes acceder a una nueva mirada educativa que se llama “Educar empoderando”, y que presenté en el libro “Veintitrés maestros, de corazón - un salto cuántico en la enseñanza”. Tiene una versión cinematográfica de una hora y media de duración, y otra versión de Televisión Española, de 58 minutos, para el público en general. Luego de que se emita por TVE se subirá a Internet, como también las cincuenta horas de clase, en ambos casos gratuitamente, para que aquellos que estén interesados en el tema educativo en particular puedan analizar, criticar, utilizar... Es un proyecto que tiene su cariz comercial, pero que en su fundamento no lo es.

-Esa mirada, como tú expresas, ¿qué contiene?

-Yo he creado una serie de métodos, pero esa mirada es mucho más amplia que éstos, de modo que se puedan originar otros, diferentes, y que cada profesor, a la larga, pueda crear su propia mirada, en función de dónde está, en qué momento se encuentra como persona. Lo que se pretende con esta forma de educar es, entre otras cosas, recuperar la creatividad en clase. Es el mismo maestro quien debe recuperar su creatividad porque, de lo contrario, ahoga la creatividad de los alumnos. Y esa mirada consiste en mirar al alumno más allá de los personajes que interpreta.

-Algunos de tus excolegas pueden creer que es inviable.

- Esta mirada se basa en mi experiencia de 24 años como maestro y en una serie de ideas propias. Creo haber conseguido un equilibrio entre ambas, entre mi “Quijote” y mi “Sancho”. El documental tiene doble cara: una que va dirigida al mundo en general y otra, al mundo alternativo. Se ha cuidado el lenguaje para que llegue a todo público y también al mundo educativo, sea cual sea su tendencia, si no hubiera sido imposible que la coprodujera TVE. Es decir, se trata de una cosa absolutamente provocadora hecha con un lenguaje aceptable. En la versión televisiva no se habla para nada de nuevo paradigma sino de autoconocimiento. El reto ha sido, conservando la esencia, hacerlo en distintos lenguajes, dependiendo de las personas a quienes nos dirijamos. Un reto difícil de alcanzar pero que el director, Pablo Usón, ha logrado trasladando la pureza del libro al documental.

-¿Hubo algún hecho en tu vida personal, o laboral, que causara esta mirada tuya?

-Fue un despertar paulatino. En el área educativa hemos sido programados en la mente, pero en mi vida el sentir va por delante y poco a poco fue desbordando la programación que había recibido. Empecé a sentir a los alumnos más allá del papel que interpretaban, más allá del currículum, más allá de lo que espera el sistema. Y he aquí el fundamento de la mirada: no quedarse atrapado en la dualidad, en los enfrentamientos. Cuando esto sucede, despierta el maestro interior que llevas dentro y te das cuenta de que lo que consigues con el alumno no se puede medir por un resultado académico, y aquel que ha suspendido en todo, a lo mejor, dentro de unos años te viene a agradecer por las palabras o los consejos que le diste sobre la vida y no sobre matemáticas… Mi ego fue creciendo, en el sentido positivo de la palabra, para poder recibir ese sentir.

-Hablas de ego en sentido positivo…

-Es importante quitar la mala imagen del ego, algunas corrientes místicas dicen “meditemos para apartar el ego”. Con mi mirada lo que hacemos es empoderar el ego para que pueda recibir la sabiduría del corazón, armonizarse. Si nos reeducamos radicalmente podemos llegar a percibir cosas que nos están frenando. Yo lo hice por mi cuenta en nuevos paradigmas, no sólo en física, mi materia, hasta que comprendí que en mi interior había un sueño. El libro y este documental son la realización de un sueño. Y eso dio coherencia a mi labor como profesor porque cuando preguntaba a mis alumnos “¿cuáles son vuestros sueños?”, no sabían responder. Algunos lo ignoraban y otros me contestaban con una necesidad, confundían sueño con necesidad. Un sueño es algo que llevas en el corazón y lo entregas a la vida.

-¿Propones educar sin introducir conocimiento sino extrayendo esa sabiduría?

-Se trata de trascender, no de ir contra nada. La dualidad está a nuestro alrededor, por lo tanto la cuestión es trascenderla y convertirla en lo que llamo “Dualilandia”, un juego. La dualidad es lo que sustenta los dramas; sin drama no hay dualidad. En el nuevo paradigma el conocimiento sale de la dualidad. Nosotros vivimos, estamos en medio de ella, entonces la idea es plantear la dualidad como un juego: tú estás dentro, pero la dualidad, esos dramas, no te atrapan. Llevar esto a la enseñanza con adolescentes es vital. Desarrollo una serie de técnicas en clase que les hace ver que una cosa es el personaje que interpretan y otra es su esencia. ¡Un mazazo para el adolescente! La técnica que empleo es provocar al personaje. En el libro aparecen once personalidades distintas, arquetipos que he diseñado; un ejemplo es aquel que siempre se enfrenta al profesor… El viejo paradigma aconseja apartarlo, el nuevo dice “empodérale”.

-Perdón, ¿tú, como profesor, actúas como provocador?

-Eso es. Un adolescente es más fácil de provocar porque busca su seguridad. La adolescencia es una edad clave en este proceso de cambio de conciencia de la humanidad, es el momento en que se nos sella la atadura a la cultura y nuestra familia. La mirada me dice que hay que aprender a mirar al alumno más allá de los personajes, para educarlo más allá de los dramas.

-¿Cómo recuperamos a los profesores, a esos potenciales provocadores, entrenados en un viejo sistema y tan “quemados”?, ¿qué propones?

-Muy sencillo, resonancia. Hay muchas ideas hoy en día para hacer una reforma profunda, cabal, pero falta valor para aplicarlas a causa del victimismo. Una de las cosas que desarrollo en la formación de “Educar empoderando” es la sabiduría de las edades. Es imprescindible tener en cuenta que dentro de nosotros viven todas las edades. El método provocativo emplea las llamadas preguntas inquietantes para relacionar el conocimiento con la vida, preguntas cuyas respuestas no están en el temario oficial. De eso trata el espíritu científico.

Una vez Eduard Punset, que no sabía la respuesta porque aún sigue en el viejo paradigma, dijo a un científico: “Si los átomos son prácticamente inmortales, y nosotros estamos hechos de átomos, ¿qué es lo que envejece cuando envejecemos?”. Claro, el materialismo puro y duro no tiene respuesta a esta cuestión. Eso es espíritu científico, hacer buenas preguntas, pero no existe en nuestro sistema de enseñanza. Hay que cambiar la mirada del maestro, no obligándole, porque así no entenderá, sino por resonancia.

-¿De qué modo se logra la resonancia?

-Cambiar de paradigma o territorio significa que hay un futuro que ya hemos construido en otra dimensión. El físico Jean Pierre Garnier dice que tenemos un doble temporal y desarrolla esta teoría: si el trillón de células que somos no sabe un poco qué vendría después no podrían funcionar, es imposible. Entonces nuestro propio cuerpo tiene una imagen del futuro y por ello está preparado para hacer las reacciones químicas correspondientes. Con esta idea desarrolló, basándose en nuevos paradigmas, la teoría de que tenemos un doble temporal que explora futuros posibles, en otras dimensiones. Por lo tanto, lo que sentimos, nuestra forma de ver el mundo, cómo está estructurado el ego, hace que nos decidamos por un futuro u otro, cuando en realidad hemos explorado varios futuros. Para ese doble temporal el tiempo discurre mucho más rápido que para nosotros. ¡La física teórica está años luz del resto del conocimiento!

-Tu trabajo cuestiona que la enseñanza busca formar buenos profesionales para producir pero no para vivir.

-Exactamente. Hemos sacado la vida de clase y llevado la vida en clase. Hemos sacado el espíritu científico de la ciencia… Ya lo decía Unamuno: “La religión condenaba a la hoguera y el cientificismo condena al ridículo”. Hemos convertido a la ciencia en una religión. El maestro o el científico dice “esto se ha demostrado”, pero él no ha demostrado nada. Es un acto de fe de que otro lo ha demostrado, es piramidal el conocimiento y esto mata al espíritu científico. Nuestra escuela mata la creatividad y, como consecuencia, también el espíritu científico. Esta otra mirada trata de “matar” los genios.

-Intentas sacar al alumno del pupitre para que pase a la pizarra.

-De ahí el título del documental, “Entre maestros”. Tú llevas un ser sabio dentro de ti. El profesor es como un ambientador en clase, crea el ambiente para que las personas se puedan autoconocer. Para mí no hay nada más poderoso en educación que enseñar a otro a autoconocerse, teniendo mucho cuidado de no adoctrinar. Por eso el maestro debe vigilarse a sí mismo.

-Propones a las materias como vehículos de conocimiento. Concretamente, ¿de qué manera?

-En historia, por ejemplo, estudiamos las causas de una guerra. En el temario se hablan de causas sociales y económicas, básicamente. Asignamos a un alumno el papel de soldado de un bando, y a otro, el del “enemigo”, y les decimos que ahora deben enfrentarse y matar al contrario. La pregunta inquietante en este caso sería: “Esa persona que tienes que matar no la conoces de nada, a lo mejor tienes más afinidad con ella que con el compañero de tu ejército. ¿Qué crees que puede provocar que una persona sea capaz de matar a otra que ni siquiera conoce?”. Así creamos el ambiente. El maestro tiene una fe de que la respuesta está dentro del alumno. Es la clave. Finalmente sale una respuesta profunda y sabia. Aunque apruebes o suspendas historia, la idea de que todo lo mueve lo económico y cuestiones similares resulta ser un adoctrinamiento. Sin luchar contra él, lo trasciendo.

-Un momento que recuerdes en el que las emociones hicieron tambalear algún personaje.

-Cuando mueves el autoconocimiento salen los dramas que esos chicos han vivido. Tal el caso de una de las chicas. Había creado un ambiente en que el maestro no juzga en clase, ¡imagínate la riqueza que sólo esto puede traer! Esta chica confiesa con gran valor que había sido abusada por su padrastro durante años, su madre no se había enterado… todo un drama. Sus compañeros quedaron tan impresionados que no sabían cómo ayudarla. Empezaron a hablar y en un momento dado uno de ellos, desde esa sabiduría que hablamos y que era el objetivo de la película, propone darle un abrazo entre todos. Entonces ella queda en medio, sumergida entre abrazos. Como vemos, ocurren cosas mágicas. La propuesta es una clase donde realmente salgan cosas increíbles que el ser humano lleva dentro. ¿Arriesgado? Sí, pero que el profesor lo haga a su ritmo, y si no le resuena que no lo haga. No se trata de cambiar al sistema sino de despertar al Maestro que el maestro lleva dormido.

-Tu experiencia igualmente se repite en otros países, con otras características.

-Sí. Pero es curioso que yo primero escribiera el libro y luego conociera la educación holística. Al encontrarme aislado, sin ayuda de nadie, sin dirección, y desbordando mi sentir, tuve que cambiar mi ego, así desarrollé esta otra mirada gracias a mi ignorancia. La sabiduría a veces emplea la ignorancia, hace que seas creativo. Después el libro me llevó a conectar con otras personas, empecé un curso de educación holística, tuve resonancia con muchas cosas, pero vi que en la enseñanza media no eran aplicables. Había ideas a las que faltaba un marco, que para mí son los nuevos paradigmas científicos, estructurar todas las asignaturas de los nuevos paradigmas. Por lo tanto he creado un curso de formación para maestros en doce módulos que reeduca al maestro en doce direcciones distintas, de forma que el maestro de física también se reeduca en la lengua -que es mucho más de lo que nos han dicho-, y así de las demás materias. Es un proceso de años en que el maestro, a través de módulos o por contenidos volcados en blogs para quien no pueda venir a la formación, encuentre esa información.

-¿A qué atribuyes el apoyo oficial que ha recibido tu trabajo?

-Había empezado los talleres de crecimiento personal y una noche soñé que era James Bond, personaje que me repatea. No entendía nada… Días después le comenté a una persona sobre mis problemas en el colegio porque quería expresar esto que ya venía desarrollando, y tenía a todo el mundo en contra. Me respondió: “Tú debes ser James Bond”. ¡Me dio la clave!: crear un método que, con la misma pureza y esencia, pudiera expresarse en lenguajes diferentes. El utilizado para pedir la subvención al Ministerio de Cultura no hacía ninguna referencia a los nuevos paradigmas, sino al principio socrático de “conócete a ti mismo”.

-Dame un ejemplo de en qué consiste tu método.

-El método se llama “Educar empoderando” porque el ego se empodera cuando recibe la sabiduría del corazón. Para eso necesita “pistas de aterrizaje” que son las creencias. El temario de las materias hace pensar dentro de unas determinadas creencias; en lugar de luchar contra ellas, das un marco en el que dices “esto no es la verdad”. Pongamos un ejemplo con una pregunta inquietante: ¿por qué en física se dice Teoría de la Relatividad y en medicina no se dice “la Teoría del Cáncer”? La física va 300 años por delante porque el físico sabe que no describe la realidad sino que hace teorías, son creencias, modos de interpretar, pero no son la verdad. El médico no ha sido educado en esa forma, cree que su medicina, la alopática, es la única buena (risas). Le han matado el espíritu científico, no entiende que la ciencia no es la verdad, porque si fuera así ya estaría acabada y no habría nada que descubrir. Esa visión de la física llevada a todas las materias forma parte del método.

-Volvamos entonces a tu primera obra, el libro.

-En esencia, como dice el título, se trata de conectar con el corazón a través de los nuevos paradigmas. Como físico me ha venido perfecta esta idea. El objetivo es conectar el maestro con su propio corazón, que el ego sea traslúcido a esa sabiduría, y lo pueda sugerir o seducir en el alumno. Si no conectas con tu corazón nunca te sentirás creador de tu vida porque el ego no tiene conocimiento para hacerlo. Esa es la tragedia del ego. Cuando el ego se proyecta en el corazón, por el principio de fractalidad o por el de “como es arriba es abajo”, ello reproduce dentro de su campo lo que es la espiritualidad. Entonces se construye un corazón para que desciendan lo que yo entiendo como sus tres dones básicos: poder, sensibilidad y sabiduría. Sin poder no te puedes sentir creador de tu vida, sin sensibilidad no respetas a los demás y sin sabiduría no sabes dar dirección a tu vida.
Nota a Carlos Gonzáles por Aurelio Álvarez Corte

Pensamiento crítico: "Quizás aquello que pensamos como algo imposible, no lo sea"


Reconoce que el título de su libro, de reciente aparición, "El arte de conseguir lo imposible", es provocativo. Xavier Pirla aboga por un sistema que enseñe otra forma de pensar y sentir, en torno de un profundo proceso vital

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-¿Cómo concebiste la estructura de tu libro, “El arte de conseguir lo imposible”?

-Lo que escribo en él es lo que enseño en mis cursos. Es una parte de un curso mío, de un practitioner de Programación Neurolingüística (PNL), que alguien propuso en un momento dado que lo escribiera, y pensé que lo que doy gusta mucho a la gente. En ese curso enseño cómo hacer funcionar nuestro cerebro con más conciencia y, sobre todo, con un pensamiento más estratégico y más pragmático. Es decir, por un lado enfocado a objetivos, qué es aquello que quieres y cómo tienes que pensar, sentir y hacer para conseguirlo, y luego, ¿lo que estás haciendo te acerca a lo que quieres?, ¿sí o no? ¿No?, pues cámbialo.

-La vida se ha vuelto “imposible” con tantos cambios en los últimos años. ¿Las recetas del pasado sirven para los retos del futuro?

-Me defino como una persona que normalmente está en contra de las recetas. Las recetas del pasado servían para problemas del pasado. Ahora, ¿qué recetas vamos a aplicar para problemas del presente? Tendremos que esperar que aparezca “un cocinero” y proponga una receta nueva... Yo enseño más a cocinar según lo que convenga en este momento, o mejor dicho, a cocinar según lo que hay en el frigorífico. Si antes me dedicaba a recetas de haut cuisine y ahora resulta que en mi frigorífico tengo una patata, unos garbanzos y un poco de queso, alguien me tiene que enseñar qué hacer con eso, y quizá lo mejor no sea dar recetas. Lo que enseño es a cuestionar nuestro modo de pensar, de sentir, para que podamos cambiar y adaptarnos a la situación actual.

-¿Puedes explicar, en base a tu experiencia, a qué refieres cuando hablas de imposible?

-El título del libro es evocador o, diría, hasta provocativo. “¿Se puede conseguir todo lo imposible?”, me preguntaron en una entrevista en la radio. No, no, no. Me refiero a que muchas veces tenemos en la cabeza un conjunto de ideas que nos hacen pensar que hay cosas imposibles, cuando quizá no lo sean. Pero hasta que no las cuestionas, no descubres que son posibles. Eso no quiere decir que todas se puedan convertir en posibles, sino que un buen número de las que pensabas eran imposibles, pueden ser posibles. Si se da ese cambio ya será un buen cambio.

-Tal vez aquello que veamos como algo imposible sea porque estamos muy cómodos, acostumbrados, en una zona de confort, lo cual hace que nos pongamos un manto de imposibilidad.

-Una cita de Virginia Satir (célebre psicoterapeuta estadounidense) decía que las personas están dispuestas antes a morir que a enfrentarse a lo desconocido, a cambiar. Esa zona de confort es lo conocido, donde no hay nada o poco nuevo. La zona de aprendizaje es donde existe lo diferente. Nuestro cerebro busca patrones, conductas similares, así puede hacer predicciones de lo que pasará. Por eso nos encontramos cómodos con aquello que podemos predecir, en la rutina. Pero el aprendizaje se da en lo diferente, ahí está la gran paradoja: nos sentimos cómodos con lo similar, pero aprendemos y nos desarrollamos con lo diferente. Lo diferente genera sensaciones raras, incómodas a veces, que no todo el mundo está dispuesto a gestionar ni a vivir. He aquí el problema.

-Un amigo decía que las personas podrían dividirse en dos grandes grupos: los adrenalínicos y los endorfínicos. Es decir, aquellos que aprenden a través de estímulos y un gran desgaste en todo sentido, y otros que lo hacen sin pérdida de energías, sino a través del placer.

-Lo que nos permite expandir esa zona de conocimiento es, por definición, lo nuevo y normalmente, al menos al principio, es incómodo. Pero hay personas que le sacan placer a la incomodidad y otras, a través de diferentes maneras: o mediante esa sensación de riesgo, de aventura, o por sensaciones de satisfacción. Son dos sensaciones distintas, pero diría que las dos acaban sacando endorfinas. Quien lo hace al principio con adrenalina, acaba satisfecho de algún modo, de lo contrario por qué lo haría, ¿sólo para castigarse?, no creo. Finalmente, todos terminamos con endorfinas. También creo que todos pasamos por la adrenalina, para aprender. Es que algunos lo viven muy mal y otros, luego de estar mal, sienten satisfacción, orgullo.

-En estos momentos, a nivel social, hay poca asertividad. ¿Cómo trabajas con el “sí se puede” y “no se puede”.

-Recomiendo que veas el vídeo “Piensa diferente, vive diferente” (en Youtube), que habla justamente de esto. Es una animación que habla de cómo lo que nos ha pasado desde que somos pequeñitos ha forjado un sistema de creencias en nosotros que determina cómo ahora pensamos sobre la vida. He escrito en mi blog personal un post que titulo “La escuela me lavó el cerebro” porque, a modo de ejemplo, una de las cosas que te hacen creer es que quien es bueno en la escuela será bueno en la vida, y que para ser bueno en la escuela debes ser bueno en todas las asignaturas. Nadie te cuenta que además de los ríos del mundo, etcétera, existe la gestión emocional, la autoestima, la toma de decisiones, la comunicación, y todo eso forma un paquete trascendente para vivir la vida. Luego sales de la escuela y lo primero que te pasa es que crees que por no haber sacado buenas notas, no podrás ser tan bueno como quien sí las ha obtenido. Además tus padres están convencidos de lo mismo. “¡Pobrecito este chico, como no le ha ido bien en la escuela vamos a ver qué puede hacer en la vida!”… En vez de acompañar al niño en su singularidad, en su esencia y potencialidad, nos dejamos llevar por la estandarización y la marea. Eso condiciona mucho nuestra existencia porque acabamos creyendo esta gran mentira, empezando por la escuela o la universidad, donde se convierte un sistema estándar en un examen de cómo eres tú como ser humano.

-¿Y cómo desmontamos eso?

-Sir Ken Robinson hace mucho tiempo aboga por un cambio del sistema educativo. Pero yo no estoy aquí para eso, sino para enseñar a través de mis cursos, páginas web y libros, lo que tendrían que hacer las escuelas que se llama pensamiento crítico. Ese pensamiento hace que cuestiones tu modo de pensar, ahí está la clave de todo. Pero no interesa a los profesores, ni a los padres ni al gobierno. Lo único que nos puede hacer mover como civilización es que nos podamos cuestionar ese tipo de creencias, que no nos ayudan, y para eso se necesitan herramientas de pensamiento crítico. Es así como podemos sacarnos de encima ese muro que no existe y que llamamos crisis o recesión.

-Incluso, quizá en el futuro la escuela físicamente no exista. Será a través de Internet…

-Sí, y si es así, que a los niños se les enseñe lo que debe enseñarse. El sistema educativo está desfasado. ¿Para qué le enseñas a un niño geografía si tiene un Smartphone?, eso no es lo tiene que aprender. Lo que sí debe aprender es a cómo navegar por la información, cómo gestionar sus propias emociones, y no la acumulación de conocimiento que está en la Red.

-Paradójicamente tenemos los mismos problemas emocionales que nuestros antepasados cavernícolas.

-El mayor cambio que ha pasado desde la Edad de Piedra es que ahora tenemos conciencia de que las emociones no son algo para esconder, un mal, una enfermedad, un virus, que uno no tiene que mostrar. Hemos evolucionado mucho con los años. Actualmente existen herramientas para gestionar las emociones, la PNL es una de ellas. Sí es cierto que hay reacciones emocionales que seguramente no podemos controlar los primeros segundos, pero eso no significa que luego no las podamos encauzar. A esto me dedico, a gestionar emociones, quizá no la primera respuesta instintiva, pero sí lo que viene después. Todos tenemos derecho a enfadarnos quince segundos, pero de qué sirve enojarse durante 20 años con un hermano, un primo o un socio.

-En tu libro hablas de objetivos y propósitos. ¿No son lo mismo?

-Digo siempre que lo peor que te puede pasar con un objetivo es que lo consigas y lo peor que te puede pasar con un objetivo es que no lo consigas. ¿Por qué?, porque si alguien basa su vida en la consecución de un objetivo, una vez alcanzado, ¿qué le queda? Y hay un riesgo: que no quede nada. Esto se ve en el mundo del deporte, por ejemplo. Si pones todo tu esfuerzo en un objetivo y no tienes éxito, corres el riesgo de que tu vida deje de tener sentido. Por eso hablo de propósito o dirección en la vida, donde lo que se marca es una especie de sendero limitado por tus valores, aquello que es importante para ti. Hay personas que al propósito le llaman misión, y dentro de esta misión o propósito en la vida caben los objetivos; si hay uno que no consigues, podrá haber otro más adelante que esté alineado con ese propósito. En el libro cuento que conocí a una atleta de alto rendimiento que toda su vida estuvo obsesionada con un objetivo, lo consiguió y no le quedó nada después. Es más importante trazarse un camino y que en él vayan apareciendo grandes o pequeños objetivos, no importa, siempre con un sentido más profundo a nivel existencial.

-Para ti, ¿qué es un héroe?

-Me gusta decir que un héroe es aquel señor que tiene una familia y la saca adelante. Pero buscando una definición de héroe, es aquella persona que consigue hacer algo que en algún momento de su vida pensó que era imposible hacerlo. Y eso le puede pasar a la vecina del cuarto piso, a un bombero, a cualquiera.

-En el camino del héroe frecuentemente hay varios fracasos hasta llegar al éxito.

-Quiero pensar en que generalmente el éxito llega, por definición, luego del último fracaso. En esta cultura mediterránea el fracaso está altamente penalizado desde la escuela. El fracaso solo significa algo malo sobre ti, cuando en otras culturas el fracaso dice mucho de ti: que has arriesgado, lo has intentado, que has sido valiente. Esta es una de las principales cuestiones para cambiar. Se premia más al conservador que no arriesga mucho y no pierde demasiado, que a aquel que arriesga y puede ganar y perder mucho. Es básicamente un tema cultural y para mí la vida se construye a través de errores, sobre todo aprendiendo de ellos. Sé que es un tópico, pero resulta que la ciencia funciona de este modo, y lo curioso es por qué la escuela no lo explica así, un gran enigma.

-El prólogo de tu libro lo firma Kyle Minard. Cuéntanos cómo es tu relación con él y qué ha significado para ti.

-Lo conocí hace tres años en Estados Unidos, cuando llegó como alumno a un curso que yo daba, y al cabo de pocas horas se convirtió en mi profesor. La primera reacción de ver a un tetraamputado congénito (sin brazos ni piernas) en una silla de ruedas es querer ayudarle. Luego te das cuenta de que él se vale por sí mismo, tienes vergüenza propia de haberte quejado tantas veces en la vida, y finalmente lo tomas como una referencia. Esa es la transición emocional típica con él. De ahí nació una amistad y acabó con su prólogo en mi libro y su visita a Barcelona (el mes pasado). Kyle es para mí un ejemplo, no una referencia. Un ejemplo de lo que puede llegar a hacer un ser humano con su cabeza, porque claramente no tiene que ver con las extremidades sino con la cabeza, en su caso. No puede ser una referencia porque yo he nacido con brazos y piernas, mi experiencia es distinta a la suya, por lo tanto mi única referencia es si soy yo mismo y la capacidad que tengo de evolucionar. Su mensaje, sin excusas, es muy válido para todos en estos tiempos.

-Entre sus habilidades, ¿qué te llega más de Kyle?

-La habilidad que tiene más desarrollada es la convicción. Pero hay una salvedad y es muy importante aclararlo: la convicción nos puede llevar al mayor de los éxitos como también al mayor de los fracasos. Lo que para él es su mayor bendición se puede convertir en su mayor maldición. Y lo hemos hablado los dos. Estar demasiado convencido de algo te puede mandar directamente al precipicio. Puedes saltar en un acantilado y pensar que volarás, pero por muy convencido que estés no pasará.

-¿Qué claves de crecimiento adviertes que no estamos utilizando en la sociedad española?

-Para mí son dos cosas. Una la he comentado y es utilizar el pensamiento crítico. ¿Cómo este político sabe que lo que dice es cierto?, ¿cómo sé yo que no puedo hacer algo?, reflexionar sobre nuestra idea del mundo. La otra es la propia libertad emocional. Desde pequeñitos nos enseñan a reaccionar a las emociones de los otros: “cuidado que si haces esto, papá se enfadará”; en la escuela nos siguen condicionando emocionalmente, nos enseñan que las emociones dependen de lo de afuera, y hoy en día lo que escuchamos es: “cuidado que las cosas nos van a ir mal”, todos asustados; “cuidado que nuestra economía…”, todos asustados; “ahora pasará esto”, todos enfadados; “gana la selección española”, todos animados; al final nuestras emociones parecen que no dependan de nosotros, no tenemos esa libertad emocional de sentir aquello que nos conviene más, y creo que es lo que se debería desarrollar urgentemente en esta sociedad.

-Y sentirnos más cercanos, solidariamente todos en el mismo barco… sin querer saltar por la borda.

-La metáfora de la competición es el gran problema que tenemos. Al igual que la escuela la convierten en una metáfora de la vida y nos dicen que lo que pase en ella nos sucederá en la vida, nos hacen creer que los deportes son otra metáfora de la vida; nos hacen competir los unos contra los otros cuando realmente la fuerza viene de la interacción y la multiplicación de recursos en una red de personas. Somos animales gregarios y de ahí sacamos nuestra fuerza. Luego, en vez de generar competitividad entre las personas, que en cierto modo es buena, deberíamos potenciar la generosidad en los propios recursos y sobre todo en el conocimiento. Esto nos da más fuerza como sociedad, más que el individualismo. Hay mucho para trabajar en ello, definitivamente.

-Volvamos a tu libro. ¿Qué quedó en el tintero?

El libro habla de cuatro habilidades básicas. Una, la habilidad de convencerse y desconvencerse cuando toca; dos, tomar decisiones; tres, motivarse, y por último, aprender. Esto es el tronco del libro, donde se apoya. No son las únicas habilidades, también hay otras relacionadas con el networking con personas, la capacidad de influencia, etcétera. Pero estas cuatro son imprescindibles y tendrían que enseñarse en las escuelas. En éstas, precisamente, se debería enseñar a aprender a aprender. El aprendizaje tal como está es muy pasivo, aprender a aprender es muy proactivo. Y una cosa más sobre el libro: no es uno más sobre cómo conseguir objetivos, sino de cómo transformar un objetivo en un proceso vital de consecución, que es algo totalmente diferente.

Nota a Xavier Pirla por Aurelio Álvarez Cortez