19 de marzo de 2012

"La melodía que emite el corazón es preciosa" - doctor en Ciencias Físicas


La Vanguardia - Ima Sanchis

66 años. Nací en Estrasburgo y vivo en París. Casado, dos hijos. Mi tesis versó sobre la naturaleza del tiempo en la física cuántica. El mundo necesita una visión mucho más amplia que la derecha o la izquierda. El universo es un organismo vivo y complejo. Todo es inteligente.

El amor y el universo
Fue durante años profesor en la Sorbona y en el departamento de Psiquiatría de la Universidad de Kansas City, ahora imparte cursos en la escuela de Altos Estudios Comerciales de París. Explica con entusiasmo sus investigaciones iniciadas en el 2002: cómo un sonido que reproduce en longitud de onda la tasa de coherencia de la variabilidad cardiaca puede optimizar nuestra mente y nuestra salud, teoría que explica en La revolución del pensamiento integral(Luciérnaga) y que expuso en el simposio La evolución de la conciencia, organizado por Pilar Basté en CosmoCaixa. "Creo que todo está vivo en el universo, en el que hay vibraciones fundamentales, y el amor forma parte de ellas".



Tengo mucho que contarle.

Bien.
Desde el renacimiento considerábamos el tiempo algo constante, unidireccional e irreversible, pero hemos empezado a entender que el tiempo posee una densidad.

Se me escapa el concepto de densidad temporal.
Imagine que el transcurrir del tiempo es como si uno abre más o menos el grifo y el agua (el tiempo) corre más o menos. En los últimos diez años esa densidad se está acelerando, se observa en los relojes atómicos.

Entendido.
Se sospecha que una estructura cultural (las reglas y valores que rigen las finanzas, o la salud, o las empresas...) es una inteligencia que evoluciona por sí misma, y que la inteligencia humana evoluciona menos rápidamente que dichas estructuras. Esa es la razón por la cual ya no se entienden los problemas actuales. Hace 50 años el mundo era muchísimo menos complejo.

Y la causa es la aceleración de la densidad temporal.
Sí. Hace unos diez años empezamos a darnos cuenta de que algunas herramientas financieras, del mundo de la salud, o de la empresa..., empezaban a no funcionar.

Póngame un ejemplo.
Un estudio del Ministerio de la Salud de Francia que analizaba la evolución de 25 tipos de cáncer en los últimos 20 años reveló que 19 se habían disparado de manera anómala. El cáncer de próstata en los hombres ha aumentado casi un 300%. Conocemos las causas, decía el estudio, pero debe haber algunos factores más que desconocemos.

...
Como asesor de eurodiputados y diversas empresas podría ponerle muchos ejemplos que creemos que están relacionados con la aceleración de la densidad temporal, por eso he dedicado diez años a estudiarlo.

¿Y?
Así surgió la teoría del pensamiento integral (hemos de cambiar nuestra forma de pensar, de forma que trascienda los límites comúnmente admitidos de nuestras conexiones neuronales) y llegué al fenómeno de coherencia neurocardiovascular.

Cuénteme.
He leído su entrevista a Annie Marquier (La Contra del 14 de marzo) y sus planteamientos son correctos: el cerebro del corazón es el que toma las decisiones... Pero ¿por qué?

...
El inventor del reloj de pared fue un holandés llamado Huygens. Cada día le daba cuerda a sus relojes y comprobó que al cabo de un rato y en un tiempo aleatorio todos se sincronizaban con un reloj en concreto.

El más grande.
Sí, lo que en ciencia se llama el fenómeno de arrastre. Pues bien, el mayor reloj biocorporal del cuerpo humano es el corazón. Ahora le explicaré lo que es la coherencia: Ima está en coherencia cuando escribe un artículo y todo fluye, y está en incoherencia cuando tarda una barbaridad en acabar su artículo, está agotada y nerviosa.

Entendido.
En ciencia un sistema coherente es un sistema que consume poca energía para un máximo rendimiento, y es incoherente cuando se traga cien litros de gasolina para recorrer un kilómetro. El corazón emite señales eléctricas que se pueden ver en una gráfica sinusoide. Pero nunca se había medido la tasa de variabilidad cardiaca.

Eso me lo tendrá que explicar.
Es una gráfica que muestra la ondulación de las señales eléctricas del corazón. En la inmensa mayoría de la gente es muy irregular. Pero si la altura de las curvas se repite de forma regular la persona está en estado de coherencia. El corazón manda esta señal, que es como un lenguaje, al neocórtex.

El cerebro superior.
Sí, y él lo va transmitiendo a todos los relojes secundarios del cuerpo: el sistema nervioso central, el sistema hormonal, etcétera. Desde los primeros estudios empezamos a entender varias cosas.

Nada mejor que estar en coherencia.
Eso es: cuando una persona está en coherencia es eficiente; cuando está en incoherencia y va hacia un estado de coherencia van desapareciendo cefaleas, reumas, las heridas cicatrizan más rápido e incluso vimos varias curaciones de cánceres.

Es como una novela.
Si yo fuera un sanador, le diría: respire a través del corazón sentimientos de amor y autoestima, promueva los pensamientos positivos, que, por cierto, generan trenes de ondas eléctricas.

Pero es un físico.
Por tanto, me dije: una señal eléctrica es una frecuencia que mediante una ecuación se puede transformar en longitud de onda, así que he creado un sonido que reproduce en longitud de onda exactamente la tasa coherente de variabilidad cardiaca.

¿Y a qué suena un corazón coherente?
Es precioso. Escuchar durante cinco minutos esa melodía pone en estado de coherencia nuestro corazón, es lo que yo llamo una reestructuración neurocardiovascular.

¿Han experimentado con ese sonido?
Sí, en el campo de la empresa, la medicina y el deporte de élite, con excelentes resultados, sobre todo en cuanto a fluidez neuronal. El ser humano tiene posibilidades increíbles, pero estamos limitados por un modelo racional que nos ahoga.

Lo que es bueno para el alma es bueno para el cuerpo: un argumento centífico


El observador - Andreu Belsunces Gonçalves

El neurocientífico y escritor de best sellers Richard Davidson investigó la conexión entre el cerebro y las emociones, llegando a la conclusión de que estas últimas influyen en la salud y bienestar



La forma en la que nos percibimos y pensamos, tanto en relación a nosotros mismos como a nuestro entorno, depende de muchos factores. Aprendemos a procesar e interpretar nuestros sentimientos en el seno familiar, los ponemos en juego con amigos y parejas, y vemos cómo sienten otras personas no solo en nuestras relaciones, sino también en películas, novelas, canciones o poesías. Las emociones, influidas por nuestra visión de la vida, son la línea directa entre el mundo que nos rodea y nuestro fuero interno.
Tradicionalmente, la reflexión sobre las emociones ha sido fecunda en disciplinas como la psicología, sociología o filosofía, así como en artes como la literatura, manteniéndose generalmente alejada de las llamadas ciencias puras. De hecho, incluso la neurociencia, el conjunto de disciplinas que estudian el funcionamiento del sistema nervioso en busca de explicaciones biológicas de la conducta, han dado prioridad a la forma en la que pensamos, por encima de la manera en la que sentimos.

El más menospreciado
Recientemente, el neurocientífico y escritor de best sellers Richard Davidson, experto en la intersección entre neurociencia y emoción, ha presentado un estudio que da un paso al frente con argumentos contrastados en la creencia popular de que los sentimientos influyen en la salud y bienestar general. Puede sonar a verso de autoayuda new age, pero sus afirmaciones son contundentes.
Las emociones han cumplido una importante función en el proceso evolutivo por formar parte de la experiencia y comportamiento. Según el autor, las emociones surgen en el curso de la evolución por una razón: promover la supervivencia. Facilitan la adaptación del organismo a su entorno. Surgen para solucionar tipos específicos de problemas.
De hecho, aclara Davidson, las emociones no serían una parte tan robusta de nuestra experiencia si no tuvieran un profundo origen evolutivo.
Aún hoy en día, y a pesar de los avances hechos en este campo, muchos psicólogos y científicos piensan que la región del cerebro llamada cortex prefontal, cuya función es coordinar pensamientos y acciones de acuerdo a objetivos determinados, funciona sin demasiada influencia de las emociones. Davidson critica esta perspectiva sentenciando que es un anacronismo asumir que  pensamientos y sentimientos pertenecen a reinos separados.

Estilos emocionales
Del mismo modo que nadie dudaría en pensar que cada uno tiene una forma particular de personalidad, las investigaciones de Davidson sostienen que cada persona tiene también una forma específica de estilo emocional que está determinado por seis componentes.
Las mismas son: la capacidad de recuperarse a la adversidad, de mantener las emociones positivas, de adaptación emocional al contexto, la sensibilidad a las “señales sociales”, la consciencia de uno mismo y de las necesidades propias, y cuán centrado o disperso se es.
En sus investigaciones sobre los efectos de la meditación (entendida como un ejercicio mental) en la capacidad de adaptación que tienen las neuronas al cambio, Davidson se entrevistó con el Dalai Lama. El líder del budismo tibetano le sugirió que, si la neurociencia podía investigar emociones como el miedo o la depresión, también debería poder profundizar en la bondad y la compasión.

Fue por ello que este experto empezó a investigar en qué medida la meditación puede fomentar cambios en el cerebro y promover comportamientos asociados a cualidades positivas de la mente.

Así, y tal como una persona puede ejercitar su cuerpo o aprender a tocar un instrumento, ser feliz también es una capacidad que se puede mejorar, pero como todo, requiere práctica. Cultivando intencionalmente los patrones emocionales, es posible ser responsables de las propias emociones.
Del mismo modo que tenemos hábitos alimenticios o posturas corporales que nos benefician o nos hacen mal, también tenemos determinados hábitos mentales. Si cultivar el intelecto y saber priorizar un tipo de pensamientos sobre otro es símbolo de sabiduría, es lógico pensar que regular las emociones también lo sea. La meditación, dice Davidson, es una buena forma de adiestrar los sentimientos.

Adaptación al contexto
Sin embargo, no todos los estilos emocionales son igual de fáciles de modificar ni tienen por qué serlo. Siendo conscientes de las prioridades y necesidades, es posible adaptar el contexto al estilo emocional. Así, si alguien no disfruta de trabajar rodeado de gente no deberá considerarlo un problema, sino buscar la forma de trabajar en un entorno más íntimo.
De nuevo, todo se resume en un: “Conócete a ti mismo”. A las categorías de “personalidad” o “carácter”, ahora se pueden añadir los “estilos emocionales”. La diferencia es que este último está científicamente demostrado.